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La batería de Enzo llena de aplausos el Quirinal

Un jovencísimo percusionista triunfa todas las tardes dándoles a las baquetas en la hora de las palmas: "Voy a hacer una banda"

Enzo llena de aplausos El Quirinal

Enzo llena de aplausos El Quirinal

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Enzo llena de aplausos El Quirinal Saúl Fernández

Primero lo importante: "Me aplauden mucho todas las tardes". El que habla -por teléfono- es Enzo Martínez García, que tiene "seis años y medio (en realidad, "hace siete el día 25", aclara Angélica, su madre) y toca la batería con el oído puesto en "Kiss" todas las tardes, cuando llega la hora de los aplausos. Vive en el Qurinal y tiene alma de rock and roll.

Enzo Martínez era de tocar tambores de juguete desde que tenía tres años. Media vida. "Un día habló con mi tío Juanjo, que había tocado en un grupo hace tiempo. Parece que le picó el gusanillo", cuenta Angélica García, la madre del rocanrolero, que estudia batería cerca de casa, en la Fundación de Música Moderna. "Empezó con el curso, hace unos pocos meses", cuenta la madre del baterista. Después llegó el tío Juanjo, que le regaló el instrumento porque "ya solo tocaba de vez en cuando", reconoce la sobrina.

El niño le da a las baquetas como un campeón. "Doy muchas gracias a los vecinos. Ni una sola queja hemos tenido por sus ensayos", añade García. Vale, son cortos y a horas prudentes. "Veinte minutos nada más", aclara. "Pero si me dejaran estaría con la batería las veinticuatro horas del día", advierte.

Desde que comenzó la cuarentena, el niño no hace más que triunfar. "Es de 'Kiss', pero también de 'Ac/ Dc'", aclara la madre antes de pasarle el teléfono al guaje. "Me aplauden mucho", insiste. Y se lo gana. "De mayor voy a hacer una banda", promete.

Lo tiene todo pensado. "Mi amigo Iñaki tiene una guitarra española y el padre de Teo, dos guitarras eléctricas", apunta.

- Te falta un bajista -apunta el periodista.

No le falta de nada. "Lucas va a ser nuestro bajista", aclara.

La batería del tío Juanjo la colocaron en la habitación que quedó libre. "Ahora, desde que comenzó esto, la trajimos al comedor", cuenta Angélica García. Luego sólo hay que abrir las ventanas y que corra el aire y que la percusión llene el barrio del Quirinal por unos instantes. Todo antes de prepararse para ir a la cama Y, además, con una gran sonrisa. La que viene después de los muchos aplausos. Que eso es lo importante, que ya lo dice Enzo, el baterista.

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