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La irrupción de un nuevo actor en el sector local del ladrillo

Los constructores tienden la mano a la Sareb para "trabajar unidos" en Avilés

"Inundar el mercado de vivienda sería malo para todos, es mejor buscar fórmulas colaborativas", proponen los empresarios de la construcción

Uno de los solares de la Sareb.

La anunciada entrada en la escena inmobiliaria avilesina de la Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb) ha alterado los nervios de los constructores locales, disgustados por la llegada de un poderoso competidor y temerosos del impacto que nuevas promociones pudieran tener en el delicado equilibrio del sector. Es por esto que los promotores se debaten entre emprender acciones legales como las anunciadas en otras partes de España para tratar de frenar el desembarco del llamado "banco malo" y tender la mano para buscar posibles fórmulas de colaboración amistosa que impidan el inicio de una "guerra".

El constructor Juan Carlos Rubín hace una observación preliminar: "Inundar el mercado de viviendas sería malo para todos, incluso para la Sareb; es mejor buscar fórmulas colaborativas". Así las cosas, y a la espera de conocer la disponibilidad de la Sareb a "conversar", el sector local del ladrillo parece más proclive a "entenderse" que a enzarzarse en una pelea con un enemigo temible.

"Siempre es preferible llegar a acuerdos consensuados y trabajar unidos que ir por libre", opina el vocal de los constructores en la Cámara de Comercio Luis Esteban Alcalde al ser preguntado por cómo deberían enfocar las empresas constructoras locales la nueva situación de presumible competencia con la Sareb.

El veterano constructor Manuel Campelo, que fue quien abrió el melón de la crítica al "banco malo" en las páginas de este periódico, se mostró proclive hace días a adoptar una postura enérgica -llegó a hablar de "ir a los tribunales"- para impedir que la Sareb rompa el mercado inmobiliario avilesino, pero también planteó una posible solución no traumática: que la sociedad estatal que absorbió todos los activos tóxicos de la construcción española cuando estalló la burbuja inmobiliaria rebaje sus pretensiones de hacer caja con los solares que tiene en cartera y los ofrezca a los constructores "a precios razonables".

Esa vía que sugirió Campelo es del agrado de Rubín y Alcalde. Según el primero de ellos, "la Sareb se quedó con solares al 30 o 35 por ciento de su valor debido a las condiciones excepcionales de crisis en las que tuvo que hacerse cargo de ellos; lo que no puede pretender es adjudicárnoslos ahora a precios teóricos de mercado absolutamente fuera de la realidad e inviables para construir en ellos porque ningún promotor lograría hacer rentable una operación en esos suelos". Alcalde añade que "lo lógico es que esos solares sean ofrecidos a los constructores de la zona, pero a precios que no tienen por qué ser ni los pretendidos por la Sareb ni los mismos pagados en su día; seguro que entre ambos hay un término medio satisfactorio para las dos partes".

Los constructores avilesinos invocan el carácter público de la Sareb para dar a entender que tendría "mala explicación" que la actividad de la misma cause perjuicio a un sector económico como el de la construcción avilesina y reiteran la conveniencia de "llegar a acuerdos de colaboración". Rubín formula una hipótesis de trabajo que no necesariamente pasa por que los constructores compren los solares que la Sareb quiere desarrollar: "También se podrían ensayar fórmulas de permuta: el dueño del suelo lo pone a disposición del constructor, este edifica y entrega posteriormente determinado número de viviendas o bajos comerciales en pago por el terreno".

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