El corazón de la factoría avilesina de Saint-Gobain Cristalería es su horno. Desde que se acordó la regulación de empleo, es la única instalación que mantiene su actividad. Tres decenas de personas -dos tercios menos que antes de la aplicación de la regulación de empleo- trabajan a diario en su mantenimiento. La tarea se limita a hacer calcín o casco (vidrio para reciclar): esto permite volver a poner en marcha el horno cuando lleguen los tiempos mejores. La empresa considera esta fase como de "vigilia".
La recuperación de la normalidad en la fábrica se prevé gradual. La multinacional francesa tiene claro que la primera fase de este regreso será la expedición de las reservas de los almacenes. El estoc con que cuenta la planta es de vidrio base porque el otro, el transformado, se dejó de producir como consecuencia de la caída de los pedidos, a comienzos del estado de alarma.
La fábrica avilesina produce usualmente parabrisas, por un lado, y vidrio para construcción, por otro lado. La caída de producción había sido casi absoluta. La puntilla vino con el decreto de la "hibernación".
Los cien trabajadores con que cuenta a diario el corazón de la fábrica -en los días anteriores al estado de alarma eran esos los que tenían tare allí- volverán a sus puestos en cuanto empiece a normalizarse la situación: no hay fecha fija en el calendario.
"La normalidad volverá a las instalaciones de Saint-Gobain Cristalería una vez finalicen las restricciones sanitarias y el estado de alerta", así lo explicitó la compañía el pasado día 19 de marzo, cuando se firmó un acuerdo con los sindicatos para regular el personal de sus plantas de Avilés y de Arbós, en la provincia de Tarragona. En esa tesis se sigue manteniendo.
