Sigue el goteo de advertencias sobre la fiabilidad empresarial de los gestores del Grupo Industrial Riesgo, el nuevo dueño de Alu Ibérica. Si el martes era el empresario valenciano Juan Rocafull -fundador y expropietario de la firma Trincajes de Descargas, hoy extinta- el que daba cuenta en estas páginas del "modus operandi carroñero" de David Domènech y Alexandra Carrascal, los socios principales del Grupo Riesgo; ayer hizo lo propio un portavoz de la familia madrileña que gestionó hasta 2018 la empresa Manuel Riesgo, S. A., fundada en 1940 y dedicada a la fabricación y distribución de productos químicos de gran consumo, una firma que Domènech y Carrascal utilizan aún hoy como mascarón de proa de su entramado empresarial y cuya nave del polígono industrial Marconi (Villaverde, Madrid) les sirve de base administrativa.

El interlocutor de la familia Riesgo aún lamenta hoy el día en el que, debido a dificultades financieras, se cruzaron en su camino David Domènech y Alexandra Carrascal: "Un 55 por ciento del accionariado familiar estuvo de acuerdo en vender su parte del capital a estas personas presumiendo que eran de fiar y el 45 por ciento restante nos opusimos precisamente por lo contrario. Los primeros están en litigios con ellos porque no han cobrado lo apalabrado; y los que no vendimos, también litigamos, en nuestro caso porque desde el primer día no han pagado las rentas de arrendamiento de los locales de la empresa (que se ubican en solares de la familia) y porque llevan más de un año sin facilitar información a los socios ni convocar, infrigiendo así la ley, los órganos de administración".

Según el portavoz de la familia que acabó por prestar su apellido al Grupo Industrial Riesgo, David Domènech y Alexandra Carrascal entraron en escena y tomaron el control de la empresa después de Antonio María Lema, que fue el hombre que llevó el peso de las negociaciones (al igual que en el caso de la empresa Trincajes de Descargas), y tras una fugaz aparición de D. P. S., nombrado administrador único por los nuevos dueños el 18 de julio de 2018 "y al que no se le volvió a ver el pelo desde entonces: acudió a la junta de toma de posesión y hasta hoy", asegura el todavía accionista de Manuel Riesgo, S. A. que ha querido advertir a través de LA NUEVA ESPAÑA de cómo se las gastan Domènech y Camacho. "Son especialistas en vender humo, no cumplen nada de lo que firman y, al menos en nuestro caso, han dejado caer a la empresa en picado", afirma el portavoz familiar.

Lo que era una empresa madrileña de 30 empleados, reputada en el sector de la droguería y la distribución de productos químicos y con unas pérdidas declaradas en 2017 de 17.000 euros (así consta en el último balance presentado por los anteriores dueños en el Registro Mercantil) ha pasado a ser en manos de Domènech y Camacho una firma en concurso de acredores, con menos de diez empleados y con pérdidas en 2018 de 650.000 euros, "o al menos eso es lo que sostienen los actuales gestores, que por toda información respecto al estado de cuentas nos enviaron hace meses siete folios detallando sin el más mínimo rigor contable el supuesto financiero".

El interlocutor familiar de Manuel Riesgo, S. A. relata que los nuevos gestores, que son los mismos que han comprado Alu Ibérica al Grupo Parter, "fulminaron en sus primeros días de gestión a todos los empleados que pertenecían a la familia fundadora menos a uno, han despedido a más de la mitad de la plantilla, personas que en su mayoría llevaban décadas vinculadas al negocio; han derivado la facturación y la actividad a una filial de modo que la matriz ha quedado abocada a la quiebra, han dejado de pagar de forma casi generalizada y, por supuesto, no han cumplido con su promesa de inversión".

La consecuencia de todo lo anterior ha sido la apertura de diversas acciones judiciales, que en el caso de las laborales ya se han sustanciado a favor de los trabajadores despedidos, pero con un problema añadido para los afectados: los nuevos gestores de Manuel Riesgo, S. A. se declaran insolventes.