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Los otros imprescindibles contra el virus

La lucha sanitaria contra la pandemia de coronavirus depende de una gran cadena de profesionales de diversas áreas: "En un hospital no solo hay médicos y enfermeras"

Por la izquierda, Silvia González, María Jesús Villamil (encargada de limpieza) y la limpiadora María Galán. MARA VILLAMUZA

En la guerra contra el covid-19 hay muchos más soldados que los profesionales de la medicina y la enfermería. El ejército lo conforman en el área sanitaria avilesina más de 2.200 trabajadores. Algunos han estado en primera línea. Otros, en la retaguardia, pero su labor es tan crucial como la de quienes cuidan a los enfermos. "Un hospital no son solo médicos y enfermeras y creo que en el San Agustín hemos trabajado casi a la perfección desde los diferentes estamentos, todas las empresas, todo el mundo", destaca José Ramón Monteserín Casado, jefe de personal subalterno del área III. La lucha sanitaria contra la pandemia depende de una gran cadena. Un fallo en un eslabón, puede llevar al traste todo el sistema. "Es clave desde el señor que está trabajando en el parking hasta el último especialista. El médico necesita mucha gente a su alrededor: el personal de cocina, de mantenimiento, de limpieza, suministros, lencería, personal administrativo, seguridad, celadores, técnicos de laboratorio y de rayos...", enumera Casado. Este artículo es un homenaje a todos ellos.

Se presenta como Inocencio García Rico, pero en el San Agustín, en el que lleva trabajando desde hace 37 años, responde por "Chencho". Es el jefe de taller del servicio de mantenimiento, el departamento que tuvo que coordinar y gestionar la preparación de las plantas para los pacientes con covid, habilitando un circuito limpio con acceso directo e independiente del sucio. "Hubo que tirar tabiquería, poner puertas, rematarlo todo, activar un sistema de llamadas y un control de acceso para el personal autorizado con tarjeta, adaptar los equipos de limpieza, instalar cámaras de observación (una por habitación) para los pacientes de esas plantas... Se hicieron muchas obras y en un tiempo récord", explica.

Los 27 trabajadores del servicio de mantenimiento se organizaron en grupos y hubo que recurrir a empresas externas para acometer todos los trabajos necesarios en un margen de tiempo tan limitado. "En menos de quince días estaba todo listo, el trabajo se concentró fundamentalmente en siete días. Las plantas covid requieren reparaciones y en ellas hay que trabajar con los protocolos nuevos, con los equipos de protección (EPI) correspondientes, cambiarte completamente. Y el miedo. Pasamos de no tener un miedo excesivo a tener demasiado. Tenías la sensación de que todo lo que bajaban al taller (camas, equipos...) tenían contaminación. Antes de la reparación, se desinfecta todo en la propia zona covid", explica García Rico.

La higiene es una de las principales armas contra el covid-19 y el servicio de limpieza también tuvo que adaptarse a contrarreloj a las nuevas normas. "Los protocolos iban cambiando continuamente, tuvimos que ir adaptándonos. Siempre hemos trabajado con EPI (equipos de protección individual) en algunas habitaciones, pero no es lo mismo que pasar todo el día con ellos. Tuvimos que formar a las limpiadoras para trabajar en esos circuitos, a los peones que van a retirar los residuos... Hubo mucha coordinación y aprendizaje y todo a contrarreloj, claro", relata Silvia González Baizán, responsable del contrato de limpieza del San Agustín (lo tiene adjudicado la empresa Lacera). La plantilla está formada por 105 trabajadores que se dividen en turnos.

En las zonas covid limpian siempre las mismas personas, tanto titulares como correturnos. La plantilla, como destacan en cada servicio, se ha volcado "desde el minuto uno". "Cuando comenzó todo, una trabajadora que se iba de descanso me dijo: 'Silvia, si me necesitas, vengo, llámame a cualquier hora. Tengo miedo, pero de esto hay que salir y me ofrezco para lo que haga falta'. Es solo un ejemplo de cómo han respondido", dice González Baizán.

Los famosos EPI son los escudos y que no falten es responsabilidad del equipo de suministros que lidera Pilar Flórez de la Fuente, otra de las veteranas del área sanitaria. El consumo de mascarillas, guantes, batas, se multiplicó por diez de la noche a la mañana. "Cuando estalló todo esto, lo primero que se nos pidió fue hacer una relación de los materiales más críticos, todo aquello que podría ser susceptible de faltar. Y empezamos a luchar con los proveedores. Nos fallaron. El Sespa puso en marcha una central de compras, no sin dificultades, y un almacén en Oviedo, desde donde se nos suministran esos materiales críticos. Pasamos dos semanas muy duras (lo peor fue en torno a Semana Santa), pero como la nuestra no fue un área muy crítica no nos llegó a faltar nunca material", explica De la Fuente. Las horas del día no llegaban para el ingente trabajo. Quince administrativos y once celadores conforman un "personal chapó". Dos celadores se destinaron exclusivamente a distribuir el material en las plantas Covid: "Supuso una gran mejora".

Cambios en la cocina

Si algo destacan los jefes de "los otros imprescindibles" es "la comunicación y coordinación" con la dirección y distintos departamentos, como Enfermería, y la entrega de las plantillas. "Creo que lo hemos hecho bien. No hemos tenido ningún contagio, los proveedores respondieron y nos hemos ido adaptando a las circunstancias", narra José Manuel Valledor, encargado desde hace 14 años y medio de la cocina del San Agustín, con 33 empleados. El principal cambio consistió en cambiar las bandejas y recipientes de los menús para las zonas covid y surtir de pinchos, cafés y platos a los profesionales que trabajan en estas áreas sucias (ahora quedan activas la planta sexta sur, la uvi y la cuarta, una planta intermedia). De las cocinas llegaron a salir hasta 90 menús al día para pacientes covid o sospechosos de contagio.

"Llevo trabajando en la sanidad 35 años y nunca conocí nada parecido a esto. Nadie sabe en qué va a acabar", señala el jefe de personal subalterno. Un total de 218 trabajadores de su área han estado en zonas covid. Unos cuantos siguen en ellas. "Desde el minuto uno nos tocó coordinar y montar todo. Hubo que trabajar con prisa y tranquilidad aunque estábamos todos muy nerviosos porque nos enfrentamos a algo muy desconocido. Teníamos gente de riesgo que, unido a la presión, se fue de baja. Empezó a trabajar mucha gente nueva y se juntó el no saber con el tener que enseñar a gente nueva en muy poco tiempo. Aquí explotó todo en dos o tres días. Formar a alguien que va a correr unos riesgos en tan poco tiempo es brutal", explica Monteserín Casado. Lo consiguieron, pero con la "tranquilidad relativa" que se respira ahora rebrotan los temores. "Creo que va a volver", dice sobre un posible repunte de los contagios. Los suyos, los otros imprescindibles, no bajan la guardia.

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