Durante los seis años que mantuvo activo su contrato como director general de la Fundación Niemeyer, Natalio Grueso realizó todo tipo de dispendios alterando, asimismo, la realidad contable de la entidad. La relación laboral de Grueso con la Fundación se prolongó desde el 29 de diciembre de 2006 hasta el 7 de marzo de 2012 que fue dado de baja en la Tesorería General de la Seguridad Social. Recuerda el magistrado que fue así ante el "abandono unilateral" de su puesto de trabajo del hasta entonces director general de la Fundación, "sin formalización del preaviso pactado" y para incorporarse "como director de programación de Artes Escénicas del Ayuntamiento de Madrid". Y en el ejercicio de las facultades del cargo de alta dirección en el Niemeyer, Grueso se encargó "personalmente" de toda la gestión, "era quien de hecho dirigía la Fundación", pese a contar con un patronato que debería supervisarlo. Así las cosas, hasta el final de su relación laboral en 2012, todas las cuestiones de ámbito económico, financiero, jurídico y de explotación estuvieron en sus manos y en las de José Luis Rebollo, otro de los encausados y a quien se condena a dos años de prisión.