Una jornadas organizadas por el Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias en Avilés pusieron el punto de mira en otros ejemplos europeos como Zolverein (Essen), Völklingen y Oberhausen como ejemplo de recuperación y puesta en uso ciudadano de una antigua instalación industria. Allí, la rehabilitación y apertura al público de instalaciones similares a las baterías de coque de Avilés, reflexionaron los profesionales," ha sido exitosa hasta el punto de que las dos primeras instalaciones han sido declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco".

Como elementos singulares dentro del conjunto industrial avilesino cita Rubén Domínguez el taller de hornos de coque, "un magnífico edificio diseñado por Amalio Hidalgo en el año 195363 que consta de dos cuerpos. El principal alberga el propio taller, con cubierta a dos aguas, zócalo perimetral pétreo en el exterior y está rematado por sendos frontones triangulares que le confieren cierto clasicismo sin alejarse de la modernidad que le otorgan los grandes ventanales que circundan el inmueble. Y agrega que sus planteamientos formales parecen recordar, aunque a diferente escala, al pabellón Ilgner, construido en Bilbao en la segunda mitad de los años veinte, donde el tratamiento de la luz en el interior también cobra especial relevancia.

Más singularidades. Por su capacidad y dimensiones, los gasómetros avilesinos son de los mayores construidos en España por la casa MAN. En ellos se vivió, relata Domínguez, una de las mayores protestas sindicales en la historia de la siderúrgica. En 1992 varios sindicalistas de CC OO se encerraron varios días en la cubierta del gasómetro número 2, para rechazar la privatización de una Ensidesa que ya comenzaba a agonizar.