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Natalio Grueso puso a Avilés "en el mapa"

El dramaturgo asturiano, que versiona a García Márquez y Vargas Llosa, ha sido condenado por malversar dinero público

Natalio Grueso puso a Avilés "en el mapa"

Natalio Grueso siempre ha sido de ideas contundentes. Quiso poner a Avilés "en el mapa" como él mismo dijo. Y lo logró. Cuando se fue a Madrid -a la francesa- se planteó el mismo objetivo, pero se quedó a medias. Madrid ya estaba puesta en el mapa. Grueso fue, sobre todo, gestor cultural y, desde este martes, es malversador de caudales públicos. Lo dice una sentencia de la Audiencia Provincial: ocho años de prisión pendientes del Supremo.

La relación laboral de Grueso con el Niemeyer fue del 29 de diciembre de 2006 al 7 de marzo de 2012. Entonces fue dado de baja en la Tesorería General de la Seguridad Social. Y es que el futuro dramaturgo tomó las de Villadiego y se plantó en la madrileña plaza de Santa Ana para hacerse cargo del teatro Español, del Price, del Fernán-Gómez, del Conde Duque, de todos los de propiedad municipal. Eran los tiempos de la alcaldesa de rebote Ana Botella y de Alberto Ruiz Gallardón por fin Ministro. Unos pocos meses después uno de los habitantes de su agenda dorada -Fernando Villalonga- le llamó a la villa y corte. El futuro grande se iba a hacer más grande, los pleitos en Asturias, las peleas con Foro (cuando todavía era Foro) quedarían ensordecidas por los túneles del Huerna. Madrid podía estar feliz: iba a recibir a Natalio Grueso.

Grueso, antes de todo eso, estuvo en la Fundación Príncipe de Asturias (entonces se llamaba así) y, sobre todo, se encargó de dirigir la institución cultural que estaba llamada a ser es mascarón de proa del nuevo urbanismo avilesino. En esa esquina de la dársena de San Agustín el arquitecto Eduardo Leiras había diseñado -hace la tira- un edificio singular como bandera de la nueva centralidad avilesina. O sea, que Natalio Grueso tenía sobre sus hombros una cosa muy importante: la transformación de una ciudad entera.

Su gestión al frente de la fundación se resume en dos cifras: 3,4 millones de deudas y la paralización de la programación del Niemeyer actual (las actividades que se programaron los veranos siguientes a la marcha de Grueso se cuentan con unos pocos dedos más que los que uno tiene en la mano). En su época -dorada, dispendiosa y de patronos políticos con bocas abiertas- Woody Allen filmó parte de su "Vicky Cristina Barcelona" en Avilés, en la plaza de Álvarez Acebal, en Galiana, en la campa de San Nicolás (ahí montaron una terraza de un bar de moda). Y, además, estrenó en España "El sueño de Casandra" en la Casa de Cultura. Con alfombra roja y todo. Avilés ya estaba en el mapa. Kevin Spacey conmocionó a los espectadores del Palacio Valdés a finales del verano de 2011. Él y el director Sam Mendes -últimamente, en "1917"- son los responsables del mejor espectáculo programado en el odeón avilesino desde su reinauguración: "Richard III". Spacey colgado de los pies antes de haber sido colgado de los titulares.

El año anterior, en las tablas avilesinas se vio "The Tempest": William Shakespeare y Stephen Dillane mano a mano. Este último se paseó a su bola por Avilés y contempló los fuegos artificiales de las fiestas de San Agustín de aquel 2010 que daba gloria verlo en la plaza de Carlos Lobo. Avilés era Nueva York.

En aquellos años de oro se pasó por la villa del Adelantado, un adelantado en la venta de libros: Paulo Coelho. Cuando Natalio Grueso se hizo novelista (en 2014), Coelho dejó clara su admiración por el escritor neonato. La primera exposición de la historia del Niemeyer se llamó "Luz". Carlos Saura se estrenó entonces como comisario. Y, poco después, volvió a la dirección escénica con "El coronel no tiene quien le escriba" y "La fiesta del chivo", los dos primeros textos dramáticos firmados por Grueso. El primero, una versión de García Márquez y el otro, de Mario Vargas Llosa, que es el dramaturgo predilecto de Grueso, al parecer.

El mapa recibió a la ciudad de Avilés con alharacas y Avilés a Brad Pitt con casco de obrero de la construcción. Todo gracias a Natalio Grueso. Ahora, el mapa ha cogido polvo.

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