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Un atroz silencio de 83 años hecho película

El avilesino Héctor Menéndez Aneiros inicia el rodaje de un documental ficcionado sobre la trágica muerte de tres "fugaos" en la posguerra

El director con los espeleólogos Xesús Manteca y Alberto Medina.

La historia -trágica y truculenta historia- de "los tres fugaos de Llamero" fue transmitida oralmente de padres a hijos en el concejo de Candamo y zonas limítrofes durante los últimos 83 años, pero siempre en voz muy baja, cuando no silenciada por miedo a posibles represalias. Tal era el grueso velo que corrió el régimen franquista sobre los sucesos relacionados con la represión de la posguerra: la condena del silencio, con la esperanza del olvido. "Yo se la tengo oída contar a mi güela, sentados junto a la lumbre en invierno, cuando escuchar los relatos de los mayores era un entretenimiento equivalente a ver ahora una serie en Netflix", comenta Enrique Menéndez, vicepresidente del Grupo de Recreación Histórica Frente del Nalón y padre del emergente cineasta avilesino Héctor Menéndez Aneiros (Avilés, 1996)

La historia de "los tres fugaos de Llamero" narra la muerte violenta en 1937 de Alfredo Cuervo, Manuel López y Francisco González, "Pachu Polo", los tres con edades comprendidas entre los 22 y los 26 años y los tres alineados políticamente con el bando republicano. Recién finalizada la contienda bélica en Asturias, el temor a las purgas del bando sublevado llevó a los tres candaminos a esconderse en la cueva La Veiga, cuyo acceso es un angosto agujero y en cuyo interior malamente cabe una persona tumbada.

La delación de los tres "fugaos" desencadenó una espiral de violencia: amenazas, torturas de familiares a la puerta de la cueva para forzar la salida de los tres jóvenes, la muerte in situ -le pegaron un tiro allí mismo- de Alfredo Cuervo cuando fue convencido de que se entregase con promesas de que nada le iba a pasar y el suicidio dentro de la caverna de Manuel López y Francisco González, incapaces de aguantar tantas atrocidades.

Para verificar que efectivamente ambos jóvenes se habían quitado la vida, un vecino fue obligado a entrar a la cueva, cortarles la cabeza y mostrarlas a los represores como "prueba de muerte". Después, esas cabezas se metieron en un saco y se devolvieron al interior de la gruta, donde reposaron durante décadas. En silencio.

Los restos mortales de Manuel López y Francisco González se recuperaron en los años ochenta a iniciativa de Aida López, hija del primero, y recibieron una sepultura digna. Los de Alfredo Cuervo siguen en paradero desconocido pues se ignora dónde lo enterraron.

El caso de "los tres fugaos de Llamero", con ser tan siniestro, no es ni mucho menos el único del que se guarda recuerdo en Candamo, una zona donde la venganza postbélica se ensañó con escarnio con los perdedores de la guerra civil. Pero es, por sus vínculos familiares con la zona, la historia que Héctor Menéndez Aneiros se ha propuesto documentar y relatar en una película que, según explica, tiene varios objetivos: el primero de todos, romper el silencio y evitar el olvido, dejar constancia para la posteridad de las muertes atroces de los tres "fugaos" de Llamero; en segundo término, cumplimentar el proyecto fin de grado de sus estudios de realización audiovisual en el Centro Integrado de FP de Comunicación, Imagen y Sonido de Langreo; y si acaso, en última instancia, contribuir a lo que se viene en llamar la reparación de la memoria, romper lo que pueda quedar de tabú al respecto de un hecho terrible ocurrido hace 83 años en una cueva candamina.

Al respecto de esa pretendida "normalización" de la historia, el solo anuncio de la grabación de la película ha generado una oleada de colaboraciones con el joven director de cine. La campaña de micromecenazgo lanzada para recaudar los 700 euros del presupuesto calculado inicialmente obtuvo más del doble y el Ayuntamiento de Candamo ha colaborado con 400 euros, lo cual ha elevado a unos 2.500 euros la disponibilidad financiera de Menéndez Aneiros para hacer realidad su proyecto cinematográfico. Así mismo, la disposición de la asociación de vecinos de Llamero para colaborar con el realizador es total y no falta el apoyo del grupo de recreación histórica del que es directivo su padre y que aportará para el rodaje extras, vestuario y atrezzo.

"Lo que tengo en mente rodar es un documental ficcionado. Recabaré testimonios de testigos indirectos de los hechos (tres descendientes de los muertos, entre otros), se ha buscado información documental en archivos históricos para completar el perfil biográfico de los protagonistas e intervendrán doce actores, la mayoría del grupo de recreación histórica Frente del Nalón, para las escenificaciones", explica el director, en cuyos planes está grabar unas 20 horas de material para un documental de 20 minutos. El estreno, que se había fechado para este verano, queda pospuesto a finales de año porque la pandemia de covid alteró la agenda de trabajo del director, que rodará ahora todo lo que tuvo que suspender de marzo en adelante. El título de la película sigue inmutable: "Vencidos: castigo y silencio".

Con este trabajo, Héctor Menéndez Aneiros da un salto cualitativo en su corta pero exitosa carrera cinematográfica. El joven se dio a conocer en el concurso "Aulas Móvil" del Avilés Film Festival con un proyecto grabado con teléfono móvil merecedor de premio y su primer documental, "Testigos de hormigón", dedicado a los vestigios de arquitectura bélica del Principado, ganó el Premio de Investigación Histórica Eustory. Entre medias, grabó el videoclip "La Lienda" para el grupo folk "D'Urria", un trabajo que fue seleccionado por los festivales de cine "Rebel Minded" de Brooklyn (Estados Unidos), Fenacir (México) y Los Angeles CineFest (Estados Unidos) para competir en la categoría de cortos.

Con la asignación económica del primer premio obtenido en su carrera, el joven cineasta compró su primera cámara -de segunda mano- y con el segundo, la renovó, siempre fiel a la idea de invertir en equipo para dar rienda suelta a su pasión por el cine.

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