El Celsius 232 aborda la ciencia ficción y su narrativa en toda su extensión. Y entre medias le ha tocado encajar la pandemia mundial del coronavirus. "Como buenos lectores de ciencia ficción estamos preparados para todo, es un ambiente postapolíptico y quizá el próximo año nos llegue una invasión extraterrestre. Solo nos asusta la burocracia", ironiza Jorge Iván Argiz, uno de los promotores de este festival que ha medido cada paso para extremar todas las medidas de seguridad para evitar más contagios: sentidos únicos, aforos limitados, gel hidroalcohólico, distancias de seguridad y códigos qr que controlan las personas que acuden a cada acto "para ayudar a contener el virus" en el caso de registrar algún positivo en los próximos días. "El código qr no es un sistema de reserva", avisa Diego García, otro de los organizadores.

Entre tanto, la ciencia ficción fluye en el ambiente. Todos los asistentes al festival, a las presentaciones y puestos llevan rigurosamente mascarilla "como si tratara de una distopía", remarcan algunos. Y según pasa la tarde se suceden las presentaciones de literatura fantástica de autores asturianos en la carpa instalada en Álvarez Acebal. Comienza con "H. P. Lovecraft. El caminante de Providence" de Roberto García-Álvarez, sigue con "Odio reencarnado" de Adrián Hyde y "Metal Knucks: El sarcófago rojo" de Roberto González, después con "El secreto de Pickseck" y "El tesoro de la isla de Yerth" de Valeria Montes Canga. Después, Ana Isabel Fraga presentó la novela "El legado de los druidas" y Román Sanz Mouta hizo lo propio con "Benceno en la piel" para dar lugar a la presentación de "Mundo remoto", a cargo de su autor, el periodista de LA NUEVA ESPAÑA Saúl Fernández, que dio lugar después a "Sueños de niña: las edades del virus" de G. C. Támesis y la trilogía "Los protectores de la vida" de Víctor Estrada y Rosa Estrada.

La ciencia ficción abarca muchos enfoques y narrativas y puestos a imaginar, Cristina Macía, la tercera parte imprescindible en la organización del Celsius 232 apostó con Diego García cincuenta euros a que el festival no se llevaría a cabo por culpa de la pandemia ni habría presencia internacional. Perdió en ambas. "Aunque es complejo, son los cincuenta euros mejor pagados de mi vida". "Lo mantenemos todo y vamos a más". añadió Argiz, que fue el testigo de esa apuesta realizada en pleno confinamiento. Y como la ciencia ficción anima a pensar en universos diferentes, en "etapas apocalípticas", como afirmaron los asistentes Pablo García y Pedro Pérez, alguno de los autores presentes en el certamen aunque en los próximos días se animaron a detallar un final para esta pandemia. "Quizá todo acaba en una nueva república como en 'Star Wars'", como defendió la escritora Ana Campoy, acompañada por el ilustrador Álex Alonso.