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La pesca encalla en un mar de papeles

La burocracia, agravada por la restricción impuesta a las gestiones presenciales por el covid-19, desquicia a los armadores

Despachar un barco siempre ha sido una gestión ingrata para los armadores, pero de un tiempo a esta parte, entre el creciente número de formularios, informes y certificados a presentar y las medidas adoptadas para evitar contagios de covid-19 en las sedes administrativas, la burocracia pesquera es "un quebradero de cabeza", en palabras del empresario Guillermo Busto, propietario del palangrero comunitario "Siempre Baluarte", uno de los que vende habitualmente sus capturas de merluza en la rula de Avilés.

El armador, que se caracteriza por su carácter aguerrido, ha vivido en primera persona durante las últimas semanas situaciones "surrealistas" -así las define- y ha decidido compartirlas con la esperanza de que "alguien se dé por aludido y tome medidas para mejorar la atención al público, en este caso a los pescadores".

Lo que relata Busto es, por ejemplo, que hace unos días le fueron pasando "como si fuera una pelota" de un funcionario a otro en el Instituto Social de la Marina -"hasta cuatro me llegaron a atender"- para aclarar en qué había quedado una solicitud hecha hace meses para realizar los cursos de renovación de ciertos títulos profesionales sin los cuales los marineros no pueden embarcar. Busto abandonó las dependencias cabreado y con un consejo por todo logro: "Usar la plataforma telemática". Cosa que haría, asegura, "si no fuera porque no funciona la mayor parte de los días y, además, cuando estoy en la mar, que es la mayor parte de los días pues vivo de eso, no tengo acceso a internet".

No muy lejos en fechas de esa peripecia con las titulaciones, el armador las pasó canutas para embarcar a un marinero extracomunitario porque, según la disculpa que le dieron, "el funcionario que tenía que certificar la validación de sus títulos estaba de vacaciones". Busto no oculta su cabreo: "Nadie parece darse cuenta de lo desesperante que es dar tumbos de una ventanilla a otra, al margen del coste económico que puede llegar a tener una traba burocrática que impida el despacho del barco para ir a pescar; a bordo van más de una docena de personas y sus sueldos dependen de lo que pescamos".

Ayer mismo, Busto volvió a toparse con la burocracia, esta vez en la Capitanía Marítima. "Fui a gestionar el papeleo para el desembarco de dos marineros, el embarque de otro y un cambio de funciones a bordo y me encontré con la novedad de que ahora hay que pedir cita previa para ser atendido. Como mi plan es que el barco zarpe antes de 24 horas de hacer tocado tierra para evitar que la tripulación se exponga al covid, forcé la situación, pero no hubo manera: me dijeron que hiciera el trámite por sede telemática. Y yo me pregunto, ¿para qué están allí los funcionarios?, ¿no se supone que deberían simplifica las cosas a las personas a las que teóricamente dan servicio?" Otra armadora, ésta con cita previa, marchó de la Capitanía tanto o más cabreada que Busto: tampoco le arreglaron los papeles, remitiéndola a la pasarela online. "El covid se ha convertido en la excusa perfecta para cargarse la atención presencial de las administraciones", protesta el armador.

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