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A la mesa con optimismo

Carlos Guardado y Vicente Quintanilla, premios del Desarme, analizan el futuro de las cofradías: "Seguiremos, pero habrá que readaptarse"

Vicente Quintanilla. RICARDO SOLÍS

Carlos Martínez Guardado es un comunicador gastronómico, miembro y embajador de no pocas sociedades y en próximos días será también Embajador de honor de la cofradía del Desarme, de Oviedo. Vicente Quintanilla lleva años y paños al frente de la Cofradía gastronómica "Buena mesa de la mar" de Salinas y recibirá idéntica distinción por parte de la sociedad ovetense. Ambos representan a la comarca avilesina y tras años de divulgación y amor por la buena cocina tienen mucho que decir en lo que se refiere al futuro de las cofradías gastronómicas. Martínez Guardado y Quintanilla se citan con LA NUEVA ESPAÑA en el Museo de Anclas de Salinas, uno de los emblemas de la comarca, y allí conversan sobre el presente y el futuro de las sociedades que representan: lo ven complicado, pero afrontan con cierto entusiasmo esta etapa.

"Hay que ver el futuro con optimismo", señala Vicente Quintanilla, que defiende que los pilares de las cofradías están bien cimentados y aunque reconoce que hay altibajos como actualmente ocurre con la crisis sanitaria, el ánimo no decae. "En cuanto podamos celebraremos actos, la Llámpara y el Cucharón tuvimos que suspenderlos respetando las normas de salud pública, pero espero que poco a poco vaya evolucionando y poder organizar nuestras actividades en años venideros", señala.

Carlos Martínez Guardado se define también optimista aunque mantiene sus dudas acerca de cuándo va a finalizar la crisis sanitaria. "Somos gente mayor con unos hábitos sociales que cambiarán, quizá no habrá actos con aglomeraciones, a los que vamos muchos, pero lo nunca se perderá es la confraternidad que existe entre las cofradías; yo voy a seguir en ello porque soy un entusiasta", señala. Quintanilla apostilla: "Seguiremos en la misma singladura, con otra dinámica, pero con los mismos objetivos, tendremos que readaptar y, por ejemplo, mirar lo positivo de esta situación que es lo higienizante".

Y entre tanto, Martínez Guardado y Quintanilla tienen claro que el papel de las cofradías gastronómicas no es solo comer y degustar platos sino que también se consideran "un impulso propagandístico" de sus lugares de origen "desde un punto de vista gastronómico".

"Nuestras actividades generan efecto llamada y no le cuestan nada al erario público; difundimos nuestros objetivos entre sociedades y siempre pensando en el intercambio con otras sociedades", abundó Guardado.

En los actos de las cofradías gastronómicas prima la camaradería. "Estamos unidos y juntos y sino hay abrazos físicos, los habrá gastronómicos con otras cofradías porque el sentimiento no se puede limitar, no se puede impedir el aspecto sentimental", defienden estos dos cofrades con décadas de recorrido y con un arraigo tal a la gastronomía que no hay virus que sea capaz de frenar su compañerismo, su amistad y sus ganas de aprender y divulgar uno de los placeres más sencillos, la comida.

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