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Hartazgo en los negocios del parque del Muelle: "Esta obra no acaba nunca"

Los cortes de tráfico, el ruido y el polvo son los principales problemas que achacan vecinos y comerciantes a la intervención iniciada en junio

Obras en el entorno del parque El Muelle. MARA VILLAMUZA

Si Estefanía Sánchez definiera en una palabra su vida desde hace unos meses sería "hartazgo". Concretamente, desde junio, cuando empezaron las obras del parque del Muelle, muy cercanas a su lugar de trabajo. Está cansada. Le parece que "no van a acabar nunca". Ruido, mucho ruido, paso cortado, tráfico lento, sin aparcamiento, pero con polvo entrando por la puerta de su farmacia continuamente. Y hartazgo, sobre todo, hartazgo de quienes, como Estefanía, sufren "las molestias" a diario.

La farmacia también se está resintiendo al "pesado" arreglo del parque. Los turismos con clientes potenciales que antes hacían una parada rápida a comprar pañales, medicamentos o lo que necesitaran ya no se acercana porque no tienen espacio para parar. Dejan la compra exprés para otro momento. O, como teme la joven farmacéutica tras la pantalla del mostrador, que lo adquieran en otro lugar. Vestida con bata blanca, adornada con un pin con su nombre, se queja con lo que se intuye que es una sonrisa bajo la mascarilla. Entiende que son necesarias, pero no puede más.

A escasos metros de donde trabaja Estefanía Sánchez se encuentra la zapatería de Miguel Ruíz. Le pasa lo mismo que a la joven farmacéutica: le parece un trámite necesario, pero está cansado de "que se manche el género". Su encargada, Elsa García, entre el covid y lo que sale de la obra, pasa casi más tiempo limpiando que despachando. Así que lo único que piden ambos es que acabe pronto y de la mejor forma posible. "La tienda está todo el día llena de polvo", protesta ella. "Pero hay que hacerlo", recuerda Miguel Ruiz, consciente de que "los obreros se pasan el día trabajando". Este empresario, además, es de los que se muestra partidario de mantener la fuente frente a su establecimiento, en disputa. Y tiene una demanda: que la cuiden quienes tienen que hacerlo.

En la zona, también hay quienes no le dan a la obra mayor importancia. Un engorro y ya está. Es lo que le pasa a Marta Reina, que trabaja en una cafetería- confitería, en la misma calle que los anteriores. Le molesta el ruido, pero no puede decir que la obra esté afectando en exceso al negocio. En su caso la terraza da a la plaza del Mercado, entonces no está perdiendo clientela. Le da prácticamente igual, pero eso sí, prefiere que las obras acaben cuanto antes.

No opinan lo mismo en "La Botella", cuya terraza está completamente fragmentada por la obra, o en "Casa Lin", de la avenida de los Telares, que le pilla el desbarajuste de tráfico de primera mano. "Queremos que se acabe rápido", reclama José Ángel Arena, encargado del segundo establecimiento damnificado. Se refiere a lo mismo que Estefanía, Miguel, Marta...: las obras, las molestias, los amagos de cortes de agua...

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