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Ramón Corao | Escritor

“Escribir es un acto de fe porque tienes que creer en ti mismo”

“Este último libro es una crítica y un recordatorio: de los 40 años de dictadura y de que aún no nos libramos de ella”

Ramón Corao.

Ramón R. Corao (1967) nació en Peñamellera Alta, se mudó a Luanco de muy pequeño, “pasó” por Valliniello y acabó viviendo en Avilés. Sus gustos literarios son “excéntricos”, según su propia definición; antes de llegar a la pubertad ya devoraba novelas de John Dos Passos o Scott Fitzgerald y eligió como referente español a Benito Pérez Galdós. Aunque se graduó en Historia del Arte, nunca perdió el vínculo con contar, escribir y escuchar historias, trabajando como realizador en la televisión de la Universidad de Oviedo. Y siguiendo el ejemplo de la “elegancia” y “forma de escribir” anglosajona, terminó durante el verano “Hijos de Dios”, editado por él mismo, cuya segunda parte está a punto de salir.

–¿Cómo surgió esta novela?

–Tenía la historia en mente desde hace diez años, pero planteada de otra manera. Estaba pensada para ser más apocalíptica. Pero cuando empecé a tomar apuntes, me di cuenta que no tenía que ser así, sino mucho más íntimo y pequeño.

–¿Por qué?

–Porque el mundo está lleno de novelas apocalípticas. Y porque a la hora de escribir no me salen las cosas grandiosas. Mis referentes tampoco hacen nunca ese tipo de cosas. De ellos me gustan los ambientes, las descripciones… Es elegante. Cuentan qué está ocurriendo sin que prácticamente se note.

–No le entiendo.

–Quiero decir, que se muere gente, que se mueven de un lado a otro… pero es todo tan elegante que ni te enteras de ello. Para mí, escribir tiene que ser un acto de fe, sin método, porque tienes que creer en ti mismo, en lo que escribes y en como lo escribes.

–El libro está lleno de referencias bíblicas.

–Bueno, hay que leer el libro, porque tiene su aquel. La protagonista, Raquel, está escribiendo un diario a lo largo de la novela. Al principio, hay muchas referencias, pero según se va desarrollando la trama, con la evolución del personaje, desaparecen. Para entenderlo bien es muy importante conocer el ambiente donde está. El libro es una eucronía, algo que pasó pero que se describe como podría haber pasado –y no como pasó–.

–¿Dónde está ambientado?

–El año del libro es 1974 y aunque no se dice, se corresponde a un lugar determinado de Asturias, en un concejo determinado, basado en el ambiente de mi juventud y de mi infancia. Habla de Gozón, el Cabo Peñas, Luanco, que lo conozco muy bien. Pero no lo que yo viví sino mucho más restrictivo. La protagonista vive en una teocracia en la que se guían por las órdenes divinas y no las cuestiona porque no conoce que pueda haber otras. Es una sociedad en la que se sigue lo que diga Dios. Es una crítica a la Iglesia. No creo que al Arzobispado le guste mi libro.

–¿Qué más personajes hay?

–Hay dos que son una antítesis: Isaac y Magdalena. Isaac es el prototipo de quien vive ahí y está contento porque no conoce nada más. Magdalena, sin embargo, es una anciana que vivió antes de la guerra civil española y conoce otro mundo. Es la fuente de realidad de Raquel para ir dándose cuenta de lo que la rodea. Y el libro va desde esa inocencia a una madurez que no había pedido, sino que le llega.

–¿Por qué es una mujer la protagonista?

–No sé, me salió. A muchos lectores les llama la atención cómo me puedo meter en la piel de una mujer que sufre. Me sale, sin más. Por eso, hay quienes dicen que es una novela feminista. Yo no la escribí con esa intención pero sí que veo el punto. Pero no uno militante, sino uno más parecido al de Jane Eyre; que son feministas sin saberlo.

–Es un libro adecuado al momento actual.

–Yo creo que tiene muchos toques de actualidad, aunque sea en 1974. Cuenta algo que podría haber pasado y que a la vez es algo que podría pasar. No estamos libres de lo que está escrito ahí. Estamos en una cuerda floja donde nosotros, la humanidad, podemos caer para cualquier lado. Y cuidado si lo hacemos del malo, el de los negacionismos, de la falta de flexibilidad, del insulto continúo... Este libro es una crítica a los cuarenta años de franquismo. Y también un recordatorio de lo que podría haber llegado a pasar y de lo que aún no nos libramos.

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