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Un Conservatorio de virtuosas

La pianista Henar Fernández Clavel despunta en Salzburgo y la celista Lucía Baladrón consigue el premio extraordinario de fin de grado

Lucía Balandrón, en uno de sus recitales. LNE

Caminar por las calles de Avilés es sinónimo de empaparse de música. El melodioso sonido nace en el conservatorio de Julián Orbón. Concretamente de dos aulas, de violoncelo y piano. Las dos jóvenes protagonistas son la violoncelista Lucía Baladrón y la pianista Henar Fernández Clavel. Ambas acaban de ganar un premio por ser las mejores en su instrumento. En el caso de Lucía, exalumna del centro avilesino, el extraordinario de fin de grado de Asturias. Y Henar ha ido más lejos y ha obtenido el galardón en el "Grand Prize Virtuoso International Music" de Salzburgo en su modalidad, por segundo año consecutivo.

Henar tiene 14 años y comenzó a tocar el piano hace nueve. Fue de casualidad y gracias a dormir poco a la hora de la siesta. Su tutor de Infantil ponía música clásica. Henar comenzó a sentir interés en eso que salía del radiocassette de su “profe” y que solo escuchaba una hora al día. Se lo dijo a sus padres e inmediatamente rescataron del trastero una colección de clásicos que guardaban con todo su cariño.

Perfil

Henar Fernández Clavel | Pianista

La avilesina Henar tenía cinco años cuando le pidió a su madre que le apuntase a música. Entró en el conservatorio un curso por delante y con solo nueve años ganó su primer certamen. Sus compositores favoritos son Beethoven y Manuel de Falla. Precisamente, con una obra del primer compositor, la “Sonata Patética” ganó el “Grand Prize Virtuoso” en Salzburgo. En la actualidad, a sus 14, cursa 4.º de grado medio, con Lucía González y lo tiene claro: se dedicará a la música.  

Henar Fernández Clavel, en el certamen de Salzsburgo. LNE

La pequeña Henar ponía música todo lo que podía: para hacer los deberes, para jugar.... Le gustaba tanto que le pidió a sus padres que la apuntaran para aprender a emanar esos sonidos. Y cuando fue a preguntar a las academias le decían que era muy pequeña para aprender a tocar. “Me gustaba la guitarra pero mi madre me decía que me saldría y callo, así que elegí el piano ¡Solo tenía cinco años!” recuerda la avilesina. Con nueve ya había ganado su primer premio, tras afrontar, un año antes, una dura decisión: empezar en el Conservatorio. “Yo no quería, porque estaba acostumbrada a tocar bandas sonoras y pensaba que se iba a volver muy serio. Fue lo mejor que hice en mi vida”, relata alegre la joven pianista.

En cuarto de profesional, ensaya todo el tiempo libre que tiene y va a afrontar , si el covid se lo permite, su mayor reto en su corta trayectoria musical: su primer recital, otorgado como premio especial en el certamen de Salzburgo: “Es más complicado pero estoy muy ilusionada. Es una hora tocando yo sola, y es el mayor premio que me podían hacer”.

Perfil

Lucía Balandrón | Violoncelista

Lucía (2002, Gijón) se embarcó a los cinco años en el mundo de la música. Empezó en el Conservatorio de su ciudad natal, pero conocer a Alberto Gorrochategui hizo que se trasladara al de Avilés. Con él ganó el concurso “Intercentros Melómano” en 2018 y el III Certamen “Solocello” en 2019. Ahora se encuentra cursando 1.º de grado superior en Zaragoza. 

Lucía Balandrón, en uno de sus recitales. LNE

La pasión por la música de Lucía Baladrón también viene de pequeña. Escuchaba en su casa el violoncelo de su madre, y a los cinco años se apuntó a una academia a estudiar piano. Al tiempo, cambió y eligió el instrumento materno. “Nunca pensé que me dedicaría a esto”, reflexiona. Pero tuvo un punto de inflexión en su vida, que fue la aparición de su e profesor Alberto Gorrochategui – titular en el conservatorio de Avilés –. “Fue quien me planteó la opción de ser música profesional”, explica.

Su sueño es tocar en una orquesta y para conseguirlo, está estudiando el grado superior en Aragón con Iagoba Fanlo y quiere irse a Alemania en un futuro a hacer un máster. “Es diferente porque ahora todo gira en torno a la música. Estoy disfrutando mucho”, cuenta de su primer año estudiando en Zaragoza. Estudia seis horas de violoncelo al día, “aunque deberían ser siete”. Y su dedicación le ha llevado a ganar el premio extraordinario en Asturias, a la espera de la convocatoria nacional.

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