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Los ingresos de las cofradías por venta de pescado cayeron hasta un 38%

El año más atípico que recuerda el sector en la región deparó la paradoja de puertos que, como Luanco, batieron récords de descargas pero obtuvieron menos ganancias que en 2019

Una subasta en la lonja avilesina J. RUS

Las cosas de la mar nunca han sido fáciles de entender ni para los propios profesionales, pero lo ocurrido en 2020 merece capítulo aparte. Según los datos estadísticos de la dirección general de Pesca Marítima del Principado, las rulas asturianas comercializaron un 45,84 por ciento más de pescado fresco y mariscos que en 2019 (un total de 30,67 millones de kilos, siendo la traslación económica de ese significativo aumento de la pesca desembarcada un incremento de la facturación del 3,95 por ciento (hasta totalizar 65,31 millones).

Esos buenos datos teóricos no deben deslumbrar al hacer el análisis pues sacando las rulas de Avilés y Gijón de la ecuación, la realidad es otra más negativa: rulas que, como la de Puerto de Vega, acusaron una caída de ingresos por venta de pescado del 38,41 por ciento (el número de kilos vendidos descendió un 31,17 por ciento), o la de Lastres, que padeció un 33,47 por ciento de recorte en su facturación. Tanto o más incomprensible es que algunos puertos como Luanco mejoraron la cifra de descargas (un 52,23 por ciento más) y sin embargo generaron un 26,42 por ciento menos dinero por venta de pescado.

Las explicaciones a estas aparentes paradojas tiene mucho que ver con el covid. Las rulas de Avilés y Gijón –las únicas de Asturias que están gestionadas por organismos diferentes a las cofradías de pescadores– se beneficiaron de excelentes costeras de bocarte y bonito que les generaron pingües ingresos por ventas. Así y todo, la de Avilés acusó en cierto modo el mismo mal que las rulas de mediano y pequeño tamaño: la depreciación del pescado arruinó las lógicas expectativas de grandes ganancias que siempre genera la abundancia de pescado. Véase la contradicción: la lonja avilesina batió su récord de descargas de pescado (un 42,59 por ciento más) y, sin embargo, solo mejoró la cifra de negocio un 3,7 por ciento.

Una subasta en la rula de Avilés. | Julián Rus

Ya lo dijo en su día el gerente, Ramón Álvarez: “Si hubieran acompañado los precios, nos habríamos salido del mapa”. A la rula de Gijón, menos dependiente de las especies de pescados que se depreciaron por culpa del covid, le fue mejor: un 83,64 por ciento más de descargas (9,09 millones de kilos) y un 36,11 por ciento más de valor de venta (14,7 millones de euros).

El drama está servido en los puertos de villas pesqueras cuyas rulas gestionan rulas de mediano y pequeño tamaño. Para Puerto de Vega perder 600.000 euros de valor de venta en un solo año hace tanto daño como un torpedo a la línea de flotación de un barco. Lo mismo podrían decir en Lastres (33,47 por ciento de caída de la facturación), Viavélez (31,75 por ciento menos) o Llanes (23,32 por ciento menos).

Hay alguna excepción positiva a esta debacle, caso de Bustio o Tazones, que mejoraron respectivamente sus cifras de valor de venta un 36,88 y un 84 por ciento, pero la cantidad de pescado y marisco que pasa por esas lonjas es casi irrelevante a escala regional. Es decir, haber escapado de la quema no significa que no les haya llegado el olor del humo.

El presidente de la Federación Regional de Cofradías Pesqueras, Adolfo García Méndez, tiene clara la causa del mal año que han cerrado la mayoría de las rulas asturianas: “En unos casos hubo menos capturas porque los mariscadores o ciertos tipos de flota quedaron en tierra porque, con la gente metida en casa, no había a quien vender determinadas especies: Y en otros casos, habiéndose pescado bien los precios se hundieron y las capturas no se tradujeron en euros”.

Para mejor entendimiento, los precios pesqueros de muchas especies se hundieron en determinados momentos de 2020 porque hoteles, bares y restaurantes dejaron de comprar pescado como consecuencia de las medidas restrictivas impuestas a su actividad por culpa del coronavirus. “Somos un espejo de los restaurantes, todo lo que a ellos les daña, a nosotros tanto o más”, explica García Méndez, quien ya ha pedido a la dirección general de Pesca que habilite fondos para dar ayudas a modo de plan de rescate de las cofradías de pescadores asturianas. Según el presidente federativo de estas entidades, “hay cofradías a punto de entrar en quiebra y las perspectivas para 2021, viendo cómo ha arrancado el año, no son precisamente favorables”.

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