“Adiós, amigos, adiós. Un servidor se despide de vos. Llegará el momento de juntos volver a empezar”. Jorge Menéndez no es Andrés Calamaro, pero ayer apenas atinaba a decir algo más que palabras de agradecimiento para sus clientes, sus amigos. “Esto me supera”, sentenciaba el alma del Don Floro, embajador de la música en vivo en Avilés y gerente de un local convertido en santuario de los amantes del rock and roll al confirmar el cierre del local de Galiana.

“Llevo años luchando, pero este último ha sido terrible”, explicaba a través de las redes sociales el chigrero con un: “Todos vais en mi corazón”. Casualidades del destino, el Don Floro cumplió 17 años en septiembre. Y el pasado domingo, día 17, Menéndez echó el candado a un negocio convertido en templo de la música en vivo donde actuaron infinidad de bandas, muchas avilesinas, otras tantas asturianas y decenas de calado nacional. El Don Floro era parada obligada: ayer, muchos músicos agradecían haber formado parte de la familia del emblemático local avilesino.

“Me voy igual que llegué a Galiana, en silencio, pero con un montón de recuerdos. Gracias al bar conocía a mucha gente, y otra me conoció a mí. Llevo años luchando, pero este último ha sido terrible”, señaló Menéndez, quien agregó: “El rock para un bar es un lujo un lujo muy caro. Todos tenemos un rockero dentro, pero no todos lo enseñan”.

¿El futuro? “Soy chigrero y no sé hacer otra cosa así que volveré, no sé dónde ni cuándo ni cómo, pero volveré”. Hasta entonces, Jorge Floro pide en su ‘esquela’ en memoria del local: “Ruego que bebáis unas cervezas bien frías y unas lágrimas en recuerdo de esos momentos vividos”.

Algunos clientes del Don Floro ayer respondían al mensaje con palabras de ánimo para el hostelero de Galiana, el de los cuernos iluminados en cada concierto: “Estaremos pendientes de tu vuelta”, decían unos; “Avilés se muere un poco con tu marcha”, sentenciaban otros.