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Pianista, actúa el domingo en el Centro Niemeyer

António Oliveira: “En estos tiempos estresados, la música me sigue recordando que somos humanos”

“La relación laboral de los músicos en Portugal ahora, con la pandemia, está cerca de la precariedad: no hay contratos estables”

António Oliveira, en una imagen promocional.

El pianista portugués António Oliveira (Oporto, 1978) presenta este domingo (12.00 horas) en Avilés un programa de música portuguesa y romántica. Se trata de una actividad programada por el Niemeyer dentro de su ciclo “Suena la cúpula”. Conversa en castellano con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono y desde Madrid.

–Le confieso que no conozco a los compositores que ha elegido para su debú en Avilés.

–Solucionar eso es lo que busco. Ofrezco un programa con piezas de autores de mi país que no son conocidos aquí, en España, pero tampoco allí.

–¿Ah, no?

–António Fragoso, por ejemplo, murió muy joven, a comienzos del siglo XX. De tuberculosis. Fue muy alabado entonces. Lo que presento es su “Petite Suite”, que es un trabajo muy elaborado organizado en tres piezas: la última es la danza. El lenguaje que utiliza es muy francés. La sombra de los impresionistas galos es más que evidente, sobre todo, Claude Debussy.

–¿Y Telmo Marqués?

–Este tampoco es muy conocido. Es un compositor contemporáneo y, además, es mi amigo. Trabajamos juntos en el conservatorio de Oporto. La pieza que presento me la regaló: son cinco preludios cada uno dedicado a un compositor distinto y cada uno de ellos con influencias de quien los nombra; cada uno, con una sonoridad distinta que en el fondo no es otra cosa que un homenaje a los músicos que él prefiere. Me da mucho placer tocar a un contemporáneo mío.

–José Vianna da Motta es el tercer nombre.

–En Portugal es muy conocido, pero más que su obra, su vida. Murió muy mayor, fue el último alumno de Franz Listz, el compositor austrohúngaro del siglo XIX. Pero, ya le digo, Vianna da Motta es más conocido por su reforma del currículo musical que por la música que compuso. Fue director del Conservatorio Nacional, en Lisboa.

–¿Y qué tipo de música compuso?

–La influencia de Listz, de su maestro, es clara, pero va un poco más adelante. Presento una de sus baladas que se cimenta sobre temas populares que recogió el mismo en sus viajes por Portugal. Vianna da Motta seguía las costumbres de los compositores nacionalistas, como Béla Bartok, por ponerle un ejemplo. Vianna da Motta es uno de los músicos más importantes de Portugal, pero infelizmente, uno de los más desconocidos.

–¿Por qué?

–Falta divulgación.

–¿No interesa a los concertistas o es que el público no los demanda?

–Es una combinación de ambos factores. La dinámica cultural en mi país necesita desarrollarse. Le diré que sólo hay dos ciudades en Portugal con una temporada permanente de música: en la mía, en Oporto, y en Lisboa, en la capital. Le señalo otro aspecto: sólo hay una casa de ópera en Portugal. Faltan orquestas, faltan incentivos para que los estudiantes de música puedan dedicarse a esto de manera profesional.

–Están mal.

–No lo sabe usted bien. El sector cultural de Portugal está cerrado completamente como consecuencia de la pandemia, por eso este concierto del Niemeyer es una oportunidad fantástica para ponerme delante de los teclados.Conozco el Centro Niemeyer: estuve en 2016, en verano. Es espectacular.

–Los músicos españoles también lamentan el cierre del sector.

–Se puede cerrar más, se lo digo yo. La relación laboral de los músicos en Portugal ahora, con la pandemia, está cerca de la precariedad: no hay contratos estables. Todos somos “freelances” y como están las cosas como están, esos “freelances” ahora están desempleados. Se está diciendo que va a haber apoyos públicos al sector, pero eso sólo es propaganda.

–Vaya.

–Yo no lo tengo tan difícil porque tengo un contrato de profesor de Piano. Eso me da rendimientos para poder tener una vida.

–¿Tiene más conciertos en cartera?

–El del Niemeyer es el único que voy a ofrecer en España. Tenía uno en octubre: a ver si se puede realizar. Este marzo pasado iba a haber tocado en los Estados Unidos, pero se cerraron las fronteras y todo lo demás.

–¿Por qué decidió hacerse músico?

–Cuando tenía 15 años y dije que me quería dedicar a esto, en casa recibieron la noticia con extrañeza: la familia quería que escapase del futuro incierto. Ahora las aulas forma estudiantes estupendos, pero tienen que salir fuera.

–¿Y ahora?

–En estos tiempos estresados, la música me sigue recordando que somos humanos.

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