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Una cascada de bajas y deserciones agudiza la crisis directiva de la cofradía de pescadores de Avilés

La marcha de otros dos armadores deja la junta general de la entidad bajo mínimos y evidencia el desapego generalizado hacia la institución

Unas pasadas elecciones en la sede de la cofradía de pescadores.

Los armadores Jonás González Loza, elegido hace ocho días miembro del cabildo de la cofradía de pescadores “Virgen de las Mareas” de Avilés, y Amelia Loza Trelles, administradora de la empresa pesquera Villaselán 99, han dirigido el pasado lunes sendos burofaxes a la corporación pesquera avilesina comunicando, respectivamente, su dimisión irrevocable y la baja societaria.

Estas deserciones se suman a la que se produjo la semana pasada, cuando el apoderado de la sociedad mercantil Pesquerías Pixuetinas, S. L., Juan Antonio Menéndez Garay, notificó a la cofradía que su empresa había tomado la decisión de causar baja como afiliada de la corporación pesquera “por motivos internos de gestión”. La marcha de Menéndez Garay, además, dejó en el aire la presidencia de Tomás Badiola, que se presentó al cargo en calidad de apoderado de Pesquerías Pixuetinas, y obligó a improvisar una solución de emergencia: que otro armador –cuyo nombre no ha trascendido– diera poderes a Badiola para poder seguir como patrón mayor.

Jonás González Loza figuraba como sustituto (primer reserva) en la candidatura de la agrupación de armadores que ganó las elecciones celebradas en la cofradía “Virgen de las Mareas” en 2019, la encabezada por Tomás Badiola. Su entrada en el cabildo se produjo de oficio, según explicó el secretario de la entidad, Alejandro Álvarez, en el transcurso de una junta general celebrada el pasado 19 de enero para suplir el hueco que dejó la marcha de la empresa Pesquerías Pixuetinas. Horas después el armador manifestó su sorpresa por un nombramiento que, según su versión, no le había sido notificado siquiera y anunció su deseo de romper amarras con la cofradía avilesina, lo cual hizo el día 25 mediante burofax.

En el caso de la empresa armadora Villaselán 99, radicada en Tapia de Casariego, la administradora de la sociedad, propietaria del barco palangrero “Villaselán”, comunicó el pasado lunes, sin dar ninguna explicación al respecto, que la empresa causaba baja como socia y miembro de “Virgen de las Mareas”. Este diario supo ayer del deseo de Jacinto González, el armador del “Villaselán”, de darse de alta en la cofradía de Tapia, la que preside Rodrigo Maseda.

Tres deserciones en menos de quince días son tres torpedos seguidos en la línea de flotación de una entidad, la cofradía de pescadores “Virgen de las Mareas”, que está falta de masa social, estrangulada económicamente y que sufre un desapego generalizado después de años de decadencia y enfrentamientos con la Autoridad Portuaria de Avilés.

Con las recientes renuncias, el censo de la agrupación de armadores de las últimas elecciones ha quedado reducido a la mínima expresión: José Ignacio Santiago (vicepresidente de la entidad) figura con dos barcos, lo mismo que Gerardo Granda Álvarez, y el quinto lo aporta Eduardo Vázquez. Los demás (hasta cuatro) ya no pertenecen a la cofradía de Avilés por decisión de sus armadores o por baja en la actividad.

Así las cosas, en la agrupación de armadores de la junta general solo quedan el presidente, Tomás Badiola, y los ya citados José Ignacio Santiago (curiosamente ocupando dos plazas, una por barco), Gerardo Granda Álvarez y Eduardo Vázquez. Son solo cuatro de cinco sillas ocupadas, lo que genera un desequilibrio directivo. Estatutariamente, la cofradía “Virgen de las Mareas” está obligada a intentar que sus órganos de administración sean paritarios entre armadores y marineros (esa paridad se ha roto). Del mismo modo debe contar con diez vocales en la junta general (ahora tiene nueve, uno de ellos repetido). El artículo 31 de los estatutos regula la provisión de vacantes: serán cubiertas en el plazo de seis meses, si no hubiese reservas mediante la convocatoria de elecciones parciales.

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