El colectivo “Antroxu Tradicional d’Abillés” quiere recuperar “La Vieya” del carnaval avilesino, ese espantajo que lucía en El Parche desde el principio al final de la semana más irreverente del año. Y ese interés está fundamentado porque de esa manera “se recuperaría un pasado histórico y cultural” a través de una figura “estrechamente vinculada con la naturaleza que despierta del letargo invernal; la luz crece y el sol se acerca al equinoccio de primavera”. “Ese invierno lo simboliza ‘La Vieya’, que cuando muere, da paso a la vida, a la luz frente a la oscuridad del invierno”, defiende Víctor Raúl Pintado, “Vitu”, uno de los impulsores de este proyecto de recuperación cultural. Y remarca: “La gente sigue recordando con cariño a ‘La Vieya’”. Con el fin de que ese personaje vuelva a ser el eje vertebrador del Antroxu local, “Abillés” tiene un plan: recurrir a las vieyas más antiguas y que ese personaje sea un espantajo “que se plantará primero y se quemará el Miércoles de Ceniza”. Para confeccionar ese espantajo se emplearía hierba seca. “Podríamos quitarle su carácter antropomorfo y que incluso sea ‘La Vieya’ quien lo queme”, apunta “Vitu”.
La recuperación de “La Vieya” es solo una parte del proyecto de “Abillés”. Porque han investigado en los orígenes de esta fiesta desde finales del siglo XIX y principios del XX. Diferencian entre el carnaval burgués y sus bailes de máscaras con el Antroxu popular, el de esos vecinos que se tiznaban la cara con corchos quemados y vestían trapos viejos. “También usaban vejigas de gochu para molestar a la gente y ramos de mimosas y lloréu (laurel)”, señala “Vitu”, que explica además que el trabajo de investigación se ha centrado en etnografía, hemerotecas y también en entrevistas a informantes como José Rodríguez, “Pepe Venancia”, que detalló algunos de esos mazcaritos del Carnaval popular como el “Cornelo”, que podía asemejarse al diablo de otros carnavales populares asturianos y “L’Escobón” que era otro que portaba una gran escoba consigo o los “sábanos” por usar ropa de cama en sus disfraces.
Esos mazcaritos solían acompañar a los “carros revistíos”; es decir, carros del país decorados con ramaje que usaban los más jóvenes para pedir el aguinaldo cuando bajaban a Avilés desde Valliniello, Miranda u otros barrios. Y como instrumentos, cencerros y esquilas, cascabeles y trajes confeccionados a base de sacos y de panoyas de maíz. Y fijándose en los años ochenta, que recuperó parte de ese Antroxu, “Abillés” quiere ahora volver a dar vida a “La Vieya” y a su comparsa y quitarse la chistera, como otros personajes, y rendir culto a la tradición más irreverente.
