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Los hosteleros en su primer día de desescalada: "No sé si éramos nosotros los que queríamos ver a los clientes o eran ellos a nosotros"

Avilés revive después de mes y medio con la hostelería y el concejo perimetrados

Aurelio Suárez brinda junto a Carmen Martín, en la terraza de La Biblioteca, en Avilés.

-Hombre, Román, que ya no tenemos que hacer botellón.

Román es un paisano sentado en una terraza en la plaza de la Merced y quien le interpela, un compañero de barra, cuando había barras activas para el esparcimiento popular. Román sonríe:

-Y, encima en copa. Y de cristal.

Esta mañana ha sido la primera de la primera etapa de la desescalada de la tercera ola en Avilés: seis semanas castigados, con la ciudad moribunda a eso de las seis de la tarde. "No sé si éramos nosotros los que queríamos ver a los clientes o eran ellos a nosotros", duda Javier González, del Panetela. Atiende al periodista en un paréntesis de la jornada, entre que ha servido un par de cafés y ha limpiado una mesa recién utilizada. "El tiempo nos ha acompañado en esta vuelta", confirma. Y así ha sido que en las terrazas de Sabugo se ha visto a lectores de LA NUEVA ESPAÑA, a mujeres buscando su sitio y a clientes de Correos, donde esta mañana no hubo ni cola, ni nada.

Después de la fiesta navideña, Avilés sufrió uno de los primeros cercos objetivos ponderados por el Principado: eso del Nivel 4+. Y, además, el nivel 4+ reforzado. Este último, tres semanas. Había tiendas abiertas, pero a las ocho, todos en casa. No valían ni los botellones juveniles, ni tampoco los de la edad talluda, estos que se conformaban en las escaleras de la entrada lateral de la iglesia nueva de Sabugo: un vino en vaso de cartón piedra y una disolución inmediata delante de la fachada del bar-suministrador de minutos desestresados. El confinamiento de seis semanas ha liberado un poco el sistema sanitario, pero también ha levantado malos humores entre el personal de calle.

Ambiente de terrazas, esta mañana, en la plaza del Parche, en Avilés. Ricardo Solís

Juan Carlos Pomar atiende el Doya, en la calle de Pedro Menéndez. Era uno de los pocos bares abiertos durante el último cerco avilesino: cafés para llevar, pinchos a un euro... "Han abierto más por aquí y lo hemos notado", reconoce. Y lo han notado porque "sólo" pueden poner tres mesas en la terraza. Están delante de la parada del bus y el espacio reservado para el coche de línea lo utilizan muchos que no encuentran sitio para aparcar por la zona (las plazas se cuentan con los dedos de la mano tras la desaparición de setenta y tantas como consecuencia de la reforma de Émile Robin y parte del parque del Muelle). "He estado toda la mañana esperando que se moviera un coche para poder poner mi terraza", se lamenta. Y se lamenta también de que no pueda ampliar el espacio. Y se lamenta de todo esto porque dice que "si la cosa es la desinfección, desinfectamos en este bar todo, todo el tiempo". Y los bordillos y los bancos de la calle no.

Carmen Martín y Aurelio Suárez están sentados en torno a una mesa de la terraza de La Biblioteca. Ella está con un café con leche en taza (y no en vaso de papel) y él bebe un zumo multivitaminado. "Ni tan bien", dicen ambos a coro cuando el periodista les interpela. La terraza está llena, las motocicletas están aparcadas unos metros más allá que estos días pasados, cuando del local de la Manzana de los Álvarez salieron multitud de pedidos a domicilios y oficinas del entorno. Los del bar colgaron un cartel de agradecimiento al respecto: "Estamos aquí gracias a vosotros".

Castrillón

El buen tiempo llenó ayer las terrazas de Castrillón sobre todo en Piedras Blancas y Salinas, una jornada que muchos aprovecharon para encontrarse con sus amigos y apoyar a la hostelería local. “La apertura de las terrazas es mejor que nada, al menos es mejor que estar en casa. Los hosteleros podemos ir abriendo poco a poco si la sanidad mejora y la gente se anima”, señaló Daniel Peláez del bar O’Pazo de Piedras Blancas.

“Por lo menos nos dejan tomar el café tranquilos y no más juntos en un banco de la plaza”, señalaron los jubilados de Piedras Blancas Arsenio Albuerne, José Manuel Rodríguez y Ramón Prado, este mediodía en una terraza en la calle Pablo Iglesias de Piedras Blancas. “Que abran las terrazas está muy bien pero mejor sería que levantaran los cierres perimetrales de Castrillón y Avilés. Nosotros salimos todos los días y, en condiciones normales vamos a comer a Soto del Barco o Avilés. Nos preguntamos por qué en Madrid está todo abierto y aquí tenemos tantos problemas”, afirman. “La mayoría de la gente cumple con las medidas de distanciamiento social en las terrazas. Nos portamos bien”, aseguran.

En Castrillón también se han programado actividades culturales para esta semana. Así, mañana mismo abre la exposición "Al Horru" en las salas 1 y 2 del centro cultural Valey de Piedras Blancas. La muestra podrá visitarse hasta el 27 de marzo. Además, ese mismo día, el cine del Valey proyectará el filme "Beginning" a partir de las 19.30 horas y con entrada a tres euros. El auditorio del centro cultural castrillonense contará el viernes 26 con una función teatral, "Recuerdos", que correrá a cargo de Adrían Conde. Se iba a haber estrenado en Avilés, pero la covid cayó sobre la primera función.

Ambiente en Piedras Blancas Ricardo Solís

Cultura

Y como las terrazas, las propuestas culturales comienzan a llenar la programación en Avilés, pese a mantener aún su cierre perimetral. Así, la Casa de Cultura de la tercera ciudad asturiana acogerá el jueves un concierto de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) en el auditorio del centro cultural. La cita será a las 19.15 horas y estará bajo la batuta de Óliver Díaz, que sustituirá en la dirección a Lina González-Granados.

La galería Amaga, en Las Meanas, anuncia la apertura de una muestra colectiva con obras de, entre otros, Alfredo Díaz-Faes, José Arias, Gil Morán, María José Navarro, Truyés y Esther Cuesta.

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