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Cinco años de prisión para el hostelero acusado de abusar de la hija de su pareja

El hombre deberá indemnizar con 12.000 euros por daños morales a la víctima, que era menor de edad cuando sucedieron los hechos

Un juez.

Cinco años de prisión, ocho años de libertad vigilada, ocho años de alejamiento de la víctima y el pago de 12.000 euros de indemnización. Esa es la pena a la que ha sido condenado el hostelero del Quirinal por abusar sexualmente de la hija de la que era su pareja, en julio de 2017. “La víctima se siente aliviada, han sido momentos muy duros”, aseguraba ayer su abogado, Ramón Triguero, sobre una sentencia que la defensa ya ha anunciado que recurrirá.

En su sentencia, el tribunal considera probado que la noche del 8 de julio de 2017 el procesado abusó sexualmente de la hija de la que era su pareja en el domicilio en el que los tres, además de una hermana de la perjudicada, convivían. Por estos hechos, la acusación particular solicitaba una pena de 10 años de prisión. “Creemos que la sentencia podía haber incluido una pena superior”, lamenta el letrado de la acusación, quien asegura que su representada aún no tiene decidido si recurrirá el fallo: “Ahora siente cierto alivio, porque esta sentencia por fin da credibilidad a su testimonio”.

Quien ya ha anunciado que recurrirá la sentencia es la defensa. “Iremos al Tribunal Superior de Justicia de Asturias y, si es necesario, al Supremo”, adelantó ayer Ignacio Hernando, quien también reconoció que el fallo había sido un jarro de agua fría para el acusado: “Está fastidiado e indignado”.

El relato hecho por víctima y procesado el pasado 9 de febrero en la Audiencia Provincial sobre el suceso, fue muy similar: los dos coincidieron en que en la noche del 8 de julio de 2017 habían estado bebiendo en el bar de la calle del Prado (barrio de El Quirinal) que regentaba el acusado y que, por ese motivo, por haber tomado unas copas de más, la madre de la víctima discutió con los dos. También compartieron que de allí se fueron al piso en el que todos convivían.

Fue a partir de ese punto donde ambos difirieron. La víctima, que por entonces tenía 17 años, sostiene que se fue a su cama a dormir y que tiempo después el acusado se recostó a su lado y abusó sexualmente de ella. Afirmó que no pudo reaccionar debido al estado de embriaguez en el que se encontraba y que sólo pudo hacer movimientos para tratar de quitarse de encima al procesado. Por su parte, el acusado negó estos hechos. Reconoció que fue al cuarto de la joven, pero que en ningún momento hubo relación sexual entre ellos. Aseguró que sólo trató de consolarla tras la riña con la madre.

Tras la sesión, el abogado de la acusación particular aseguró que había pruebas suficientes para condenar al procesado, haciendo referencia a pruebas científicas que evidenciaron restos biológicos del ahora condenado en las partes íntimas de su defendida.

Por su parte, la defensa alegó que al relato de la víctima le faltó credibilidad y que no había testigos ni datos objetivos que acreditasen tal abuso. La defensa considera que al relato de la víctima “le faltó credibilidad”. “Se está basando todo en las manifestaciones de la joven”, argumentó entonces el letrado de la defensa, Ignacio Hernando, quien confirmó que habrá recurso.

La Fiscalía, por su parte, pidió una pena de prisión de 8 años, otros tantos de libertad vigilada y 10 sin poder acercarse a menos de 500 metros de la víctima. También solicita una indemnización de 12.000 euros para ella por daños morales.

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