Hacer aluminio en España es, desde 2014, casi como llorar. Las lágrimas de entonces son las vertió la compañía Alcoa y las de ahora, sus extrabajadores. Aquellas, a cuenta de las dificultades adquiridas para salvar el problema de la energía eléctrica por la nubes, estas, porque el proceso de venta de la compañía va camino del desarme absoluto. Y prueba de ello fueron las intervenciones policiales en Avilés, La Coruña, Madrid, Alcobendas, Castellón y Málaga, una colección de operaciones que se saldaron con tres detenciones (dos en Madrid y una tercera en la capital andaluza).

La interrumpibilidad.

Era el producto que subastaba el Estado durante años y que permitía a las empresas electrointensivas sacar el dinero que no podían obtener de bonificaciones públicas de su factura energética. Desde 2014, la empresa Alcoa vino amenazando a sus trabajadores con despedirlos porque era incapaz de conseguir la cifra que querían para amortizar los gastos de producción.

El cierre.

A mediados de noviembre de 2018 la empresa Alcoa volvió a presentar un expediente de extinción de contratos en La Coruña y en Avilés (en San Ciprián, en Lugo, no). La excusa ya no fue la interrumpibilidad. Fue que las instalaciones habían quedado obsoletas. Las de Lugo, no. Hasta el año pasado. Los trabajadores consideran que la operación de Alcoa es dejar de producir aluminio primario, vaciar el mercado de este metal y elevar su precio.

La primera venta.

Alcoa llegó a a España con la primera venta de las instalaciones fabriles. En 1997, el Gobierno de José María Aznar decidió desprenderse de las joyas de la corona industriales. Una de ellas, fue Inespal.

La segunda venta.

Tras el fiasco de la interrumpibilidad y tras la imposibilidad de dar más vida útil a La Coruña y a Avilés, en noviembre de 2018 comunica a sus empleados que los quiere volver a despedir. Hubo tiras y aflojas (hasta una denuncia en Holanda). En enero de 2019, con la mediación del Ministerio de Industria de Pedro Sánchez, se llega a un acuerdo: se aparcan los despidos, pero hay que vender las fábricas.

El cásting.

Alcoa monta un cásting para encontrar un comprador “serio y solvente” para sus fábricas. Y remarca que el comprador lo eligen ellos. El ganador de la final fue el desconocido (entonces) Parter Capital Group. Llegó a Avilés a través de la sociedad Blue Motion Technologies Holding. Rüdiger Terhorst es el socio director. Crearon Alu Holding como matriz de Alu Ibérica LC y Alu Ibérica Avl. Empezó el laberinto de sociedades.

Grupo Industrial Riesgo.

Parter pidió “tiempo” para hacerse con el control del negocio (no lo conocían) en agosto de 2019. Y en septiembre se puso en contacto con una entidad comercial llamada Grupo Industrial Riesgo que había participado en el cásting de Alcoa, del que salió escaldado (pedía a la multinacional el dinero que entonces no quería darle). Riesgo no existe públicamente, aunque sí una empresa llamada PM MR 1850, pero que se dedica a la droguería. Pero la adquisición a Parter se hizo a través de System Management Capital (una empresa de 3.000 euros para una plantas de 22 millones).

¿Quién comenzó la venta?

La multinacional Alcoa amenazó en varias ocasiones con cerrar sus plantas de Avilés y La Coruña a cuenta del precio de la energía. Los trabajadores consiguieron parar dos despidos colectivos. Uno porque la multinacional consiguió vender su interrumpibilidad adecuadamente y la segunda porque accedió a vender sus plantas.

¿Quién se hizo con las plantas?

Parter Capital Group, un fondo suizo desconocido en el sector aluminero. Ganó el cásting porque era el único que pretendía hacerse con las dos fábricas (la de La Coruña no tenía los novios que sí presentaba Avilés).

¿Por qué ganó Parter?

Alcoa reconoce en el contrato de traspaso que el fondo suizo es un “inversor profesional que tiene la pericia, el conocimiento y la experiencia necesarios para realizar transacciones de este tipo y está familiarizado con la industria en la que operan las empresas y ha recibido asesoramiento profesional sobre dicha industria y sobre sus transacciones y, por lo tanto, ha hecho público su interés en la compra de las acciones de manera informada”. Lo que sucedió sólo dos meses después (el comienzo de las negociaciones de la reventa de las acciones) la apreciación de la multinacional norteamericana fue distinta de la realidad.

¿Por qué llega Riesgo?

David Domenech y su mujer Alexandra Camacho habían gobernado una droguería y otros locales. Nunca habían fabricado aluminio. Contrataron a José Pulpeiro, exjefe de Alcoa, y llegaron a Avilés y La Coruña.