Avilés ha perdido uno de los referentes de la hostelería local, Moisés Pérez Marqués, de la sidrería Casa Moisés, situada en la calle de La Muralla. Tenía 83 años y permanecía ingresado desde hace un tiempo en el Hospital Central de Asturias (HUCA).

“Fue un activo de la ciudad”, señalan quienes le conocieron. Y pese a sus raíces gallegas, en Forcarei, todavía hoy se celebra en la ciudad el carácter que imprimió al sector de las sidrerías en el municipio. En la mesa destacaba por la calidad de los pescados y mariscos, además de la cocina asturiana y “muy buenos palos de sidra” en la barra, precisan los habituales del negocio.

Pérez se hizo un nombre en la ciudad durante la etapa que regentó, antes de Casa Moisés, otra conocida sidrería de la avenida de Los Telares, Casa Lin, desde 1980 hasta 2005. Allí comenzó como camarero de Pepe García y Adela Pérez, los propietarios del local en el origen.

La sidrería Casa Moisés abriría en 2006 con la expectativa de convertirse en un referente gastronómico avilesino. Y en 2013, con la crisis haciendo estragos en el comercio y la hostelería local echaba el cerrojo de forma definitiva al negocio, siendo uno más de los establecimientos damnificados entonces en la ciudad por la caída de ingresos y la presión de las deudas.

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El vocal de hostelería de la Cámara de Comercio de Avilés, Juan Rivero, dedicó ayer sentidas palabras a Moisés Pérez con motivo de su muerte: “Fue, sin duda, uno de los referentes de la restauración avilesina y en sus inicios, santo y seña del trío de ases que formaron Casa Cabo, Casa Lin y El Chiquito”. Persona “muy querida” para Rivero, lo describe como “un gran colega” y aún hoy se pregunta cómo pudo haber fracasado la penúltima aventura hostelera de Moisés Pérez, la sidrería que montó en la calle La Muralla: “Nunca lo entendí”.

Su despedida será esta mañana, a las 11.30 horas, en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery, donde se celebrará el funeral de cuerpo presente, y, acto seguido, recibirá cristiana sepultura en el panteón familiar del cementerio Santa Cristina de Barrio, en Noia, La Coruña. Será la vuelta a casa más triste.