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Una mayoría de jóvenes en tratamiento por adicciones está enganchado al cannabis

La Asociación Amigos Contra la Droga impulsó en plena pandemia un nuevo programa que facilita la empleabilidad a colectivos vulnerables

Usuarios del centro de Amigos Contra la Droga de Avilés. R. S.

El año 2020 fue de récord para la Asociación de Amigos Contra la Droga: atendieron a 112 personas, más que en años atrás, y recibieron un total de 256 nuevas demandas de asesoramiento, casi la mitad de personas dispuestas a dar carpetazo a sus adiciones al alcohol, la cocaína, el hachís o al cóctel completo de sustancias. Destaca también que muchas de las personas que contactaron en el año de la pandemia con este colectivo asentado en Piqueros de Abajo, en La Magdalena, fue para interesarse sobre cómo proceder ante el consumo de drogas por parte de personas allegadas. “El gran número de demandas de tratamiento recibidas excedió nuestra capacidad de respuesta, pues contamos con recursos limitados, por lo que algunas han tenido que ser derivadas a otros dispositivos asistenciales o entrar en lista de espera para ser atendidos en 2021”, explican desde la entidad, que dedica la memoria de 2020 a Mercedes Ureña, presidenta y fundadora de Amigos Contra la Droga que falleció en febrero.

Del total de personas atendidas, la mayoría, como suele ser habitual, fueron hombres principalmente de la comarca avilesina, aunque también recibieron a usuarios de Gijón y Oviedo. La media de edad: 37 años. Seis de cada diez estaban solteros, la mitad sin empleo y el 37 por ciento carecía de ingresos. “La media de edad de inicio en las drogas de las personas que recibieron tratamiento en 2020 fue de 15 años. La droga de inicio más frecuente fue el cannabis y la segunda el alcohol”, explican en la memoria las profesionales que están detrás de esta puerta a la esperanza contra las drogas en La Magdalena: las psicólogas Pilar Soberón y Ana Menéndez y las trabajadoras sociales Myriam López y Aida Vázquez. Inciden que la mayoría de las personas atendidas –concretamente el 79 por ciento– consumía más de una sustancia y que la media de años de “consumo problemático” fue de casi 16 años, casi desde la adolescencia.

Precisamente los jóvenes ocupan un lugar destacado en Amigos Contra la Droga. Destaca en este sentido, que, del total de usuarios del centro, 21 fueron beneficiarios del programa de tratamiento integral para jóvenes con adicción al cannabis, lo que supone un importante incremento respecto a 2019, año en el que se atendieron a 15 chavales. La media de estancia fue de ocho meses, y el balance “satisfactorio”. Y es que el consumo problemático de cannabis –los populares “porros”– es tan dañino como cualquier otra droga y genera la misma adición. De ahí el plan específico para chavales, que está dirigido, por un lado, a personas jóvenes con un historial largo de consumo de hachís y, por otro, a personas muy jóvenes, incluso menores, con poco tiempo de uso de esta droga.

La salud también tiene un fuerte protagonismo entre los usuarios de Amigos Contra la Droga: el 29% presentaba patología dual cuando solicitó ayuda; es decir tenía diagnosticado algún otro trastorno además del descrito por consumo de sustancias. Dos de cada diez tenían antecedentes psiquiátricos.

El riesgo de la “herencia”

Otro dato llamativo que se extrae de la memoria: de padres drogadictos, hijos con riesgo de adicción. “El 60% de las personas a tratamiento tenía antecedentes familiares de problemas con el alcohol u otras drogas”, explican las profesionales. La “herencia” es, pues, uno de los factores de riesgo que predispone una adición. No el único. Los profesionales de Amigos Contra la Droga reciben a hombres y mujeres con perfiles tan variados como número de usuarios, pero todos tienen algo en común: el deseo por alejarse de las drogas.

Tal vez por esta razón el éxito alcanzado en la sede de Piqueros de Abajo es notable: “El porcentaje de altas terapéuticas ha sido del 42% superior al considerado óptimo, que era del 30%. Además, la media de permanencia a tratamiento ha sido de 7,9 meses muy superior a los tres meses considerados también considerados óptimos para alcanzar algún resultado a largo plazo”, precian. Otro dato que traduce el éxito: “El porcentaje de analíticas sobre consumo de sustancias con resultado negativo fue del 95,5%”.

Más aún: el 68% de las personas con problemas penales se beneficiaron de medidas alternativas a la prisión (el resto se encontraba a la espera de juicio) y el sesenta por ciento de las que llegaron a la fase de inserción laboral consiguieron empleo con contrato en regla (otro 6 % consiguió acceder a un empleo en economía sumergida, sin contrato”. “Al final el tratamiento al 81% de las personas adultas beneficiarias tenía acceso a alguna fuente de ingresos”, apuntan las expertas.

En este sentido, el colectivo impulsó en plena pandemia un nuevo programa (“Sentar las bases”) con un claro objetivo: mejorar la emplea habilidad de personas pertenecientes a colectivos vulnerables, concretamente personas con adicciones.“Se trata de una intervención intensiva que combina actividades educativas, terapéuticas y de acompañamiento en la búsqueda de empleo, haciendo especial énfasis en la utilización de las nuevas tecnologías, y con una metodología flexible adaptada a las necesidades y características individuales de las personas participantes. Dirigida a personas con adicciones que se encuentran a tratamiento, con buena evolución, o que han finalizado recientemente el mismo”.

El proyecto ofertaba 20 plazas que se cubrieron en su totalidad: 18 hombres y dos mujeres. La estancia media fue de 10 meses. En conclusión: un total de 14 usuarios accedieron a un empleo, 11 de ellos con contrato en regla. Y es que acercar a las personas con adicción a la realidad laboral es una forma más de ayudarles a dar ese carpetazo definitivo a las drogas.

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