La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El gesto solidario de un grupo de escolares de Avilés que donan a Cáritas su gasto en chuches

Los alumnos de Secundaria del colegio San Nicolás hacen la donación “para que otros las disfruten”

Cinco de las alumnas del colegio San Nicolás que se han sumado a la iniciativa solidaria, con la hucha donde guardan el dinero. | Ricardo Solís

Cristina Blanco, la profesora de Inglés, Francés y Religión de tercer curso de la ESO en el colegio de San Nicolás, tuvo la idea: prescindir de unos céntimos de la paga reservados para las chuches y, a cambio, ayudar a Cáritas. La idea cuajó y Victoria Driouch y Ángela Ocejo, dos de sus alumnas, se pusieron manos a la obra: buscaron una hucha y establecieron un calendario de recaudación. A la hucha la llaman “Cuari - Gochi” (de Cuaresma y “gochín”) y el período elegido para buscar el dinero de los compañeros fueron las seis semanas de la Cuaresma (la preparación para la Pascua).

“Sacamos 65 euros nada más”, admite con decepción Driouch. “Hubieran sido felices si hubieran recaudado más”, apunta Blanco. “Es que si cada uno de nosotros hubiera metido sólo 2,5 euros durante el mes, tendríamos doscientos euros”, apostilla la secretaria del proyecto. “La idea era que cada cual pusiera lo que pudiera; y 65 euros dan para muchos kilos de lentejas, pueden estar satisfechas de los que han conseguido”, interviene la profesora.

Driouch y Ocejo fueron las que se encargaron de custodiar la hucha. Y en ella metieron parte de su dinero jóvenes como Angelina Calix y Nahia Leal, las dos de Primero, también Adela Villarías, que es de Cuarto, y Julio García, que es de Segundo. Éste explica la acción con sus propias palabras: “Creo que es una buena idea renunciar a unas pocas gominolas para que los que no tienen las puedan disfrutar”. O sea, niños de 12 a 15 años decidieron que era bueno pensar más allá de en sí mismos y entregar “lo poco que tienen” a los demás.

“Esa –la caridad– es una virtud que tratamos de inculcar a los alumnos del colegio desde el mismo momento que nos damos los buenos días”, explica la profesora. “Queremos que los niños salgan del cascarón y adquieran valores; es algo que llevamos practicando desde hace mucho tiempo”, reseña la profesora. Y es que muchos estudiantes, por ejemplo, hacen voluntariado en el asilo de Santa Teresa de Jornet, en San Cristóbal. “No obstante, este último año la pandemia nos lo ha impedido”, aclara la profesora, que también es catequista en el templo de la Villa. “Allí (en el asilo) dan las comidas a los abuelos, los escuchan, aprenden de ellos”, explica la profesora.

“Hacer lo que cada uno pueda conlleva que, a veces, se haga demasiado poco”, reconocen las dos alumnas encargadas del proyecto. “Pero en este colegio somos como en los Juegos Olímpicos: lo importante es participar, la intención es lo que cuenta”, matiza la profesora. Y con esa consigna, los jóvenes estudiantes han dado una lección: ellos se privaron de dulces para que a otros se les endulzara un poco la vida.

Compartir el artículo

stats