España ha adoptado medidas pesqueras orientadas a prevenir y evitar la captura accidental de cetáceos, especialmente delfines, en sus aguas territoriales. En este sentido, el pasado mes de diciembre se publicó una orden ministerial por la que se establecen protocolos de mejora del conocimiento científico para reducir las capturas accidentales de cetáceos en el ámbito del litoral Cantábrico y Noroeste.

Asimismo, en febrero de este año se amplió el programa con una resolución que ofrece a los armadores la posibilidad de recibir cupos extras de pesca a cambio de que instalen cámaras de vídeo a bordo de los barcos con objeto exclusivamente científico. Ningún barco asturiano se ha beneficiado aún de este estímulo, a diferencia de un arrastrero gallego que suele vender capturas en Avilés: el “Eleuterio José Balayo”, que a cambio de poner una videocámara en su cubierta recibió 122 toneladas más de cupo de cinco especies que suele pescar.

El origen de las medidas recientemente aprobadas hay que buscarlo, según fuentes pesqueras consultadas, en el verano de 2020, cuando la Comisión Europea anunció la apertura de un expediente sancionador contra España por no haber tomado medidas suficientes para evitar la pesca accidental de delfines y marsopas por parte de su flota. La Comisión, que también reprendió a Francia y Suecia, dio un plazo de tres meses para subsanar esas deficiencias. Ante la apertura del expediente, los ministerios de Agricultura, Pesca y Alimentación y Transición Ecológica aceleraron los trabajos para elaborar una estrategia contra la pesca accidental, sobre todo de especies protegidas, como los cetáceos, las más vulnerables a las interacciones pesqueras.

Izado de la red en un barco arrastrero. R. Solís

La orden fechada en diciembre establece, como novedad, la puesta en marcha de un programa de observadores a bordo de los buques pesqueros españoles, bajo el asesoramiento y planificación del Instituto Español de Oceanografía. Además, prevé la puesta en marcha de un proyecto piloto con cámaras de circuito cerrado de televisión (el concretado en febrero), establece la obligación de registrar en el diario de pesca cualquier captura accidental e impone a los arrastreros de fondo la obligatoriedad de uso de un dispositivo acústico llamado “pinger” cuya función es ahuyentar a los cetáceos del lugar donde el barco está pescando.

Como añadido, se estipula que toda captura accidental de un cetáceo deberá ser devuelta al mar de manera inmediata y de la forma más cuidadosa posible, evitando su sufrimiento y estrés. Si muriese, el ejemplar será traído a puerto y entregarlo para su examen científico. Asimismo, en el caso de que un barco de pesca capture accidentalmente tres ejemplares en una misma maniobra o en dos lances consecutivos de las artes, deberá desplazarse a alta velocidad un mínimo de cinco millas para seguir pescando.

Los profesionales de la pesca han detectado una incongruencia en las medidas adoptadas por la Secretaría General de Pesca; en concreto, los “pingers” existentes en el mercado están pensados para artes de enmalle, pero no para las redes de arrastre. Es decir, que los barcos arrastreros, obligados desde el 1 de enero a contar con estos dispositivos, han tenido que empezar a funcionar con unos aparatos que, tecnológicamente, no están homologados. Según el texto de la orden ministerial, hay una plazo de seis meses para acreditar la eficacia del dispositivo; en caso de que no resulte útil para ahuyentar a los delfines deberán cambiarlo.

Al habla con un armador asturiano de arrastre afectado por esta normativa, señaló que la dirección general de Pesca del Principado ha sufragado los costes de los dispositivos instalados, un gesto que el sector aplaude.

“En 30 años solo pescamos un delfín”, sostiene un patrón

Los delfines, según defienden los biólogos marinos, son indicadores naturales del bienestar de los ecosistemas oceánicos; y en la costa de Asturias, según los pescadores que trabajan en sus aguas, viven colonias numerosas de esta especie. Más aún, el cañón submarino de Avilés, un área donde investigaciones recientes han determinado que existe una riqueza biológica excepcional, es un lugar frecuentado por delfines que ocasionalmente nadan en paralelo a los barcos durante sus travesías.

“Hay delfines por cientos, pero no es tan fácil como se pudiera creer pescarlos por accidente; en mis treinta años de oficio a bordo de un barco solo recuerdo haber subido uno a bordo, y volvió al agua”, asegura el patrón Eduardo Cuevas. El también armador, en su caso de barcos de arrastre, Ignacio Santiago abunda en la misma idea: “La red de un barco de arrastre, como su nombre indica, se va arrastrando por el fondo marino y los delfines no bajan tan profundo porque necesitan salir a la superficie a respirar. O sea que es muy improbable pescarlos accidentalmente, en veinte años como armador no recuerdo que haya ocurrido nunca”. Según fuentes del sector, algunos barcos asturianos han acogido a bordo a observadores de los que ha contratado Pesca para informar de la problemática de la captura accidental de delfines. “Lo hacemos de buen grado, todo sea por la ciencia”, asegura uno de los patrones que hizo de anfitrión para esta actividad científica.