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Alimentación indígena para tiempos de pandemia

Propuestas, igual que la avilesina, en favor de la diversidad biológica y la reducción del desperdicio sin descuidar la naturaleza

Antonio Gutiérrez en el huerto urbano de La Luz

Los pueblos indígenas han sufrido desproporcionadamente los impactos económicos del covid, pero poseen conocimientos esenciales para reconstruir un mundo postpandemia más sostenible y resiliente, libre de pobreza y hambre. Lo defendía en la inauguración del Quinto Foro Mundial de los Pueblos Indígenas Gilbert F. Houngbo, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de Naciones Unidas. La pandemia que ha devastado la vida de millones de personas en todo el mundo también ha sido capaz de impulsarnos a encontrar formas de vivir más en armonía con la naturaleza. Y la única manera de lograrlo es uniendo fuerzas con los pueblos indígenas, que son guardianes de la naturaleza y de una vasta reserva de conocimientos tradicionales en todo el mundo. Desde Saraguro hasta San Antonio Aguas Calientes o Santa Lucía de Milpas Altas. Toda experiencia en tierras indígenas podría resumirse como un refrendo del espíritu de preservar la cultura propia.

Una plantación de repollos en un huerto urbano del Alto del Vidriero. | I.Collín

Una plantación de repollos en un huerto urbano del Alto del Vidriero. | I.Collín

Podría decirse que Avilés ha adaptado ese “modus vivendi” a través del último proyecto presentado para obtener financiación europea: su enfoque hacia el desarrollo de sistemas sostenibles que fomenten la accesibilidad a alimentos saludables y de proximidad, protegiendo la diversidad biológica y reduciendo el desperdicio alimentario tiene muchos puntos en común con esas culturas en las que existe una forma de relación responsable entre la vida urbana y el campo, proporcionando una relación más fluida entre el territorio percibido y el espacio domesticado. El hombre indígena, arraigado a la tierra, debe en reciprocidad agradecer y saludar al Cosmo, al mundo y a la naturaleza como espacios de vida humana. El hombre postpandemia también debe responder igual.

En un contexto de pandemia cobra fuerza el papel de organizaciones de desarrollo y gobiernos para impulsar sistemas alimentarios sostenibles, capaces de atender los desafíos y oportunidades que afrontaremos en el futuro inmediato. Promover un desarrollo que no lleve al consumo como medio y como fin, sino que verdaderamente vele por el entorno, escuche, aprenda y dignifique puede ser uno de los mensajes a impulsar.

Entre los pueblos masai de África, la situación de su comunidad ha empeorado debido a la pandemia, ya que consideran que el covid-19 representa una seria amenaza a la economía de los pueblos indígenas, cuyas formas de vida ya estaban comprometidas por los desafíos que plantean el cambio climático y la posesión de la tierra. Uno de los líderes masai proclamaba en el mismo foro mundial en el que participó Houngbo que la crisis sanitaria ha hecho a los pueblos indígenas más vulnerables y marginados que antes. Esa amenaza que intensifica las desigualdades subyacentes y la discriminación generalizada, disminuye también sus posibilidades de acceso a los alimentos y el agua potable, y sus economías locales y tradicionales se han visto alteradas.

No obstante, algunos de esos pueblos indígenas han aplicado sus propias soluciones para hacer frente a la pandemia. Sus estilos de vida, sistemas alimentarios, cultura y conexión con sus tierras han sido una importante fuente de resiliencia frente al covid. Estos pueblos han empleado sus propios conocimientos y prácticas tradicionales, incluido el aislamiento voluntario y el cierre de sus territorios, así como medidas de prevención en sus propias lenguas, a fin de preservar la vida de sus comunidades. Y han demostrado cómo la resiliencia debe desarrollarse desde la base, incorporando lo mejor de los conocimientos tradicionales y manteniendo la conexión con la naturaleza, tal como proclamó Houngbo. Introducir los conocimientos y prácticas indígenas a la gestión de los sistemas alimentarios mundiales puede dar lugar a nuevas y creativas soluciones para los desafíos que afronta la humanidad. Las enseñanzas de esos “guardianes del medio ambiente” puede ser la solución a muchos males futuros ya que el 80 por ciento de la biodiversidad del mundo se encuentra en sus territorios.

Asegurar la protección, promoción, reintroducción o revitalización de variedades de cultivos tradicionales locales, sistemas alimentarios, sistemas de semillas y sistemas agroecológicos respetuosos con la biodiversidad marcarán el primer día de nuestro futuro.

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