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Eduardo Leira Arquitecto, autor del Plan General de Ordenación Urbana de Avilés

“Que demuelan las Baterías es motivo de celebración, no tienen singularidad alguna”

“Avilés tiene ahora una superocasión de transformación urbana con el suelo de la coquería, la Isla de la Innovación y los fondos europeos”

Eduardo Leira, en su anterior visita a Avilés, con motivo de la inauguración del Centro Niemeyer. | LNE

El arquitecto Eduardo Leira (Madrid, 1944), autor del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Avilés vigente (el de 2006), ha vuelto a la Villa del Adelantado con motivo del rodaje del documental que tiene entre manos la sociedad estatal Sepides sobre la memoria de la siderúrgica. No pisaba la ciudad desde marzo de 2011, cuando asistió a la inauguración del complejo cultural de la ría. “Nuestro plan urbano generó escepticismo, ahora me río yo”, decía entonces. Fue quien planteó el germen de lo que ahora se llama la Isla de la Innovación, un dibujo que se empezó a plasmar hace casi dos décadas, cuando se creía que las baterías de coque de la siderúrgica se apagarían en 2007. En esta entrevista defiende su plan, que vincula la nueva centralidad al cierre de Baterías, y reflexiona sobre la gran oportunidad que tiene Avilés en el desarrollo de esos suelos y de todo el entorno de la ría.

–¿Qué mensaje traslada en ese documental en el que participa?

–Un mensaje muy entusiasta a favor del futuro y superando nostalgias que creo que pueden ser muy contraproducentes.

–Entiendo que se refiere al debate de mantener o no parte de las Baterías en pie.

–Así es, me parece innecesario y muy contraproducente. En Sagunto, cuando cerraron los altos hornos, mantuvieron uno como una especie de escultura como rememoranza del pasado. Parece ser que está cayéndose a trozos porque mantener algo así es bastante costoso. De cara a un futuro que puede ser muy prometedor, me parece que solo son elementos nostálgicos que ayudan muy poco.

El Niemeyer es el estandarte, pero 10 años después no hay ejército detrás, en la Isla no hay nada visible

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–Son muchos los colectivos que defienden su singularidad.

–El conjunto de Baterías no tiene ninguna excelencia ni ninguna singularidad especial. En el área del Rhur, en Alemania, han mantenido alguno de los antiguos edificios mineros y siderúrgicos porque realmente eran una maravilla que merecía la pena conservar en sí mismos. No es así en nuestra tardía y muy acelerada industrialización. En España copiamos todo, lo hicimos muy deprisa y de la forma más barata posible. Eran los años 50. Manifestada claramente su obsolescencia, y que desde hace años se pensaba que eran un lastre para el futuro y nuevas posibilidades, me parece que no hay más que celebrar, al fin, la demolición del conjunto de Baterías. Me parece una oportunidad y un momento de celebración. Estoy contentísimo de que por fin las demuelan, para nosotros siempre fueron un lastre, el vestigio del pasado que había que eliminar.

–El Ayuntamiento quiere salvar un gasómetro.

–Si quieren mantenerlo en pie como una gran estatua, que echen cuentas de cuánto va a costar mantenerlo. Y si quieren reutilizarlo, entonces que propongan usos y quién va a pagar la transformación, porque habría que gastar una fortuna. Los usos que se han dado a gasómetros en otros lugares de Europa ya los ofrece el Centro Niemeyer.

–Cuando dibujó hace casi dos décadas el plan urbano de Avilés, que sigue vigente, muchos tacharon de utópica esa “isla de la ciudad” que planteaba, “la pequeña Sidney”. Salvando las diferencias, es lo que ahora llamamos la Isla de la Innovación.

–Hay matices. La nueva centralidad, que era lo que nosotros planteábamos, eran todos los terrenos del entorno de la ría, había que recuperarla para la ciudad. Había sido un elemento de separación entre la ciudad y la margen derecha, que se había entregado a Ensidesa. Con la limpieza del estuario, la posibilidad de desmantelar las instalaciones antiguas, todo ese espacio cobraba una enorme importancia. Pero no como una posibilidad para hacer polígonos industriales como si fuera un terreno llano más, sino como los terrenos más importantes de todo Asturias y no solo para hacer industria, sino todo tipo de usos, incluida la vivienda. Porque también son los frentes de agua lo más cotizado para construir viviendas. Oviedo no tiene esa posibilidad y Gijón la tiene muy agotada. Nosotros lo planteábamos como un todo conjunto.

Vivienda en praos hay mucha en Asturias, pero ante frentes de agua como la ría de Avilés muy poca; eso hay que aprovecharlo

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–Y ya planteaba un gran auditorio donde ahora está el Niemeyer.

–Sí, en el mascarón de proa planteábamos un estandarte de la transformación. Años después vino el Centro Niemeyer porque habíamos preparado ese lugar para la posibilidad de instalar un centro de ese tipo. Eso se consiguió, pero lo que más me ha extrañado de mi visita diez años después de su inauguración, es que ahí está el estandarte, pero no hay ejército detrás. En la Isla de la Innovación no hay nada, al menos nada visible. Los centros de investigación en el entorno son un gran éxito, pero esa parte de utilizar esos nuevos suelos está tardando mucho. No conozco el proceso, pero creo que la cuestión ferroviaria se retrasa constantemente. Parece que se ha renunciado a la Isla, que se llamaba así porque en nuestro avance del plan había un canal en Baterías. Se recuperó con el proyecto de la Isla de la Innovación (el de Metrópoli) pero en el último plan también se renuncia a ese canal. Algo que me preocupa mucho más es la renuncia a la vivienda.

–Explíquese.

–Los nuevos centros de investigación, la nueva industria, son perfectamente compatibles con la vivienda. Desde que se empezó a hablar en Avilés de la Isla de la Innovación empezó a descafeinarse el concepto de nueva centralidad. En mi visita a Avilés encontré a la Alcaldesa preocupada por el envejecimiento de la población. Para atraerla, Avilés tiene que ofrecer también vivienda y ambiente atractivo. Vivienda en praos hay mucha en Asturias, pero ante frentes de agua muy poca. Y eso hay que aprovecharlo.

–A falta de una mayor definición, lo que se viene planteando hasta ahora en esos terrenos es destinar el suelo de Baterías a industria y los más próximos al Niemeyer, la primera fase de la Isla de la Innovación, a empresas tecnológicas innovadoras. Pero de vivienda, ni rastro. ¿Qué defiende usted?

–Volver a considerar conjuntamente el espacio donde se quiere instalar la futura estación, el espacio que llaman la Isla de la Innovación y las Baterías como algo conjunto y no cacho a cacho, trozo a trozo. Se debe aprovechar esta oportunidad de que hay un elemento más, el suelo de Baterías, para hacer una visión de conjunto, un potente proyecto de transformación urbana ligado a la transformación industrial que ya está en marcha, y con tanto éxito. Y no solo las baterías de coque se convierten en una oportunidad, sino también los fondos de recuperación y transformación de la Unión Europea, los famosos Pertes. ¿No encajaría esto en un súper Perte que conjugue la transformación industrial que con tanto éxito ha iniciado Avilés junto con la transformación urbana de extender su centro y aprovechar ese tirón y gran empuje que puede haber para levantar las vías, soterrarlas y cambiarlas? Hay una superocasión.

Si quieren mantener en pie un gasómetro como una gran estatua, que echen cuentas de cuánto va a costar mantenerlo

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–Nada de industria en Baterías, empresas innovadoras junto al Niemeyer...

–No, no, todo “mezclao” y vivienda en todos sitios. La vivienda ahora es compatible con casi todo. Si hay una industria que hace muchísimo ruido, habrá que reservar un trozo de suelo más alejado para ese tipo de industria. Incluso habría que hacer una regulación dinámica. La interacción entre la investigación (con los centros tecnológicos) y la producción ya se está dando. No prejuzguemos la zonificación maldita de siempre, de las casitas en un sitio, la industria en otro, el terciario en otro, los centros comerciales en otro... No, no, todo junto, como los centros de las ciudades tradicionales, que es lo que más nos gusta. En los centros de negocios e industriales se habla ahora del 24-7, hacer trozos de ciudad y de centralidad que estén vivos las 24 horas del día los siete días de la semana, que no se muera a las cinco de la tarde cuando cierran las oficinas, sino que sigan con vitalidad. Y eso se hace combinando vivienda y equipamientos juntos. Y se puede. Junto al Niemeyer podría haber edificios mixtos, vivienda con coworking, espacios para emprendedores que además viven allí. Es lo que se está peleando en todos sitios. Hagamos una regulación ajustada a cómo van a ir las cosas. Sé que es una idea provocadora, pero Avilés lo puede hacer porque tiene unos terrenos únicos y exclusivos en Asturias.

Junto a la ría hay que mezclar usos: centros de investigación, nueva industria, vivienda, de todo

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–Parece complicado visualizarlo con el debate sobre el trazado de las vías aún candente, pese a que se inició hace más de dos décadas, y con la ronda portuaria también pendiente de solución.

–Para el Ministerio de Transportes Avilés es uno más en la lista de no sé cuantos soterramientos solicitados en España. Hay que aprovechar la exclusividad que supone el proyecto del ferrocarril unido a una transformación urbana más potente. La puerta de los Pertes que abren los fondos europeos podrían movilizar y romper esa larga historia de que ahora hablo con Carreteras, ahora con trenes, ahora con el Puerto, con los diferentes compartimentos de la Administración y cada uno hablando de lo suyo con orejeras porque no miran a los lados. Siendo muy optimista y provocador, igual es la ocasión de conjugar esas cosas.

–¿A qué se dedica ahora Eduardo Leira?

–Sigo activo. No estoy jubilado y creo que nunca lo voy a estar, salvo que no pueda moverme. En estos últimos 20 años he trabajado en grandes proyectos y todos fuera de España. Cuando tuve que cerrar el estudio por los problemas de la crisis anterior, una serie de grandes proyectos se vinieron abajo simultáneamente. Ahora estoy de “freelance”, intentando dar sabios consejos entre comillas en procesos de transformación, que es a lo que me he dedicado toda mi vida desde aquel Plan General de Madrid de los años 80, el primer plan de la democracia.

Desde que se comenzó a hablar de la Isla de la Innovación empezó a descafeinarse el concepto de nueva centralidad

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–¿Y cómo llevó lo de ser alcalde consorte? (Leira está casado con la exalcaldesa madrileña Manuela Carmena)

–Muy extraño, me limitaba mucho en mis posibilidades de decir cosas sobre Madrid. Me devolvió a la clandestinidad (ríe).

–¿Con qué se sensación se queda de Avilés ya de vuelta en Madrid?

–Mi entusiasmo no evita alguna crítica en este proceso de veinte años. Tengo la sensación de que se van dejando de considerar cosas en el camino, entrando en una especie de rutina discutiendo sobre las vías, con Sepides, cada uno hablando de sus cosas... Echo en falta esa posibilidad de considerar todo junto en esa maravillosa oportunidad de extender el centro de la ciudad a los bordes de la ría. Cuando desde la plataforma del Niemeyer miras hacia atrás y te encuentras ese gran espacio vacío, de primeras te llevas una sorpresa y piensas: ¿Qué ha pasado aquí? ¡Si hace muchos años que esto tenía que estar vivo! La primera piedra de la transformación se había conseguido con el Niemeyer. Diez años después, mirar atrás y no ver nada me ha producido bastante impacto.

Reconocido urbanista y marido de la exalcaldesa de Madrid

Máster en Planeamiento Regional y Urbano por la Universidad de California Berkeley (1973), el arquitecto Eduardo Leira ha sido cuatro veces Premio Nacional de Urbanismo, una de ellas por el Plan General de Madrid. También ha ganado el Premio de Urbanismo de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA). En 2004 fue premiado en China, en la provincia de Hainan, por su “entusiasta contribución a la construcción del país”. Recientemente ha dirigido uno de los doce equipos seleccionados en el mundo por el gobierno de China para dar ideas sobre el nuevo Pekín. Entre sus obras más reconocidas destaca el Plan Parcial de Bilbao Metropolitano. Gran parte de su trabajo está fuera de España, en países como Francia, Chile, Brasil o China. Se casó en 1967 con Manuela Carmena, con la que ha tenido dos hijos, Eva (directora de casting) y Manuel (arquitecto). Carmena fue Alcaldesa de Madrid desde junio de 2015 hasta junio de 2019. Había concurrido como cabeza de lista de la formación Ahora Madrid a las elecciones municipales de 2015. En los últimos años, el arquitecto y su esposa manifestaron posiciones muy comprometidas con la lucha antidesahucios; una problemática sobre la que se mostraron muy preocupados y que calificaron de «emergencia nacional» aportando, además, ideas sobre las medidas que se deberían adoptar para acabar con esas situaciones.

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