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El Niemeyer abraza la vanguardia

La obra de Joan Ponç, coetáneo de Dalí, Tàpies y Miró, se instala en la cúpula del centro cultural avilesino en una muestra comisariada por Alicia Vallina

Dibujo publicado en “Algol”. | CENTRO NIEMEYER

La pintura de Joan Ponç Bonet (Barcelona, 1927-1984) trasciende las fronteras del arte elevándolo a la dimensión de lo sobrenatural, de lo invisible, aseguran los expertos en arte. Sus cuadros, una suerte de trances que se abren a mundos primigenios, en el umbral entre nuestra realidad y lo imaginario, llegarán a Asturias este mes en una exposición comisariada por Alicia Vallina en el Centro Niemeyer. Desde el 25 de junio se podrán contemplar en Avilés más de 60 obras de un autor imprescindible para comprender las vanguardias artísticas en España.

“Suites Al·lucinacions” (1947).

“Suites Al·lucinacions” (1947).

“Joan Ponç: la esencia de lo mágico” podrá visitarse hasta enero de 2022. Durante las próximas semanas se anunciarán recorridos didácticos a la muestra. Para Joan Ponç el arte era “un medio para penetrar en el misterio” y precisamente con ese objetivo toda su obra aborda universos surrealistas como sus coetáneos Dalí, Tàpies, Miró o Brossa. A lo largo de su vida residió en Nueva York, París, São Paulo, Tokio o Madrid y sus obras se encuentran en destacados museos. En los cuadros y dibujos de Ponç es recurrente la presencia de figuras demoniacas, criaturas híbridas, brujas y otros personajes mitológicos que se muestran escenificando complejas composiciones sobre el telón de fondo que conforman inquietantes parajes nocturnos en ocasiones. Es habitual la presencia de personajes grotescos y con un deje satírico e irónico donde una esperpéntica figura humanoide observa al espectador con una burlesca expresión, como desafiándole.

3. Cabeza de caballo (1981).

El universo “ponciano” es amplio y está dotado de un fuerte simbolismo en el que el autor vuelca sobre el lienzo sus traumáticas vivencias de infancia y juventud, retratando así, con su vida como filtro, la esencia más primitiva y oculta del ser humano, de sus miedos y deseos.

“Banyera amb ocell” (1975-1979).

La muestra en el Centro Niemeyer es posible gracias a la colaboración de la familia del artista, que ha prestado una parte de sus obras para el mayor conocimiento de la gran figura artística de Ponç. Así, su segunda esposa, Mar Corominas, y la nieta del autor, Sarah Sabine Ponç, han facilitado al centro cultural de la ría de Avilés algunas de las obras más significativas del catalán.

La exposición cuenta, además, con la colaboración del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, la Universidad de Oviedo y RTVE y el apoyo de Fundación Banco Sabadell y la empresa asturiana Fidelitas Asesores S. A. P.

Ponç inició su formación artística a los 17 años de la mano del pintor catalán Ramón Roger. Su primera exposición individual fue en 1946, en la Sala de Arte de Bilbao hasta que, en 1947, conoce a quien será su gran mentor y amigo, Joan Brossa, y al crítico y filósofo Arnau Puig, con quienes funda la revista “Algol”, embrión del grupo artístico “Dau al Set”.

Revista “Dau al Set”, volumen número 4, cuaderno 9.

Revista “Dau al Set”, volumen número 4, cuaderno 9.

En 1948 entró en contacto con Joan Miró, quien ejerció también una gran influencia en su obra y con quien comparte una breve estancia en París. Recomendado por este, se trasladó a Brasil, donde residió desde 1953 a1962 ejerciendo como profesor de dibujo y pintura en la Escuela Alvares Penteado. Allí expuso en el Museo de Arte Moderno de São Paulo, que adquirió todas sus obras en 1954. En 1965, obtuvo el Gran Premio Internacional de Dibujo de la VII Bienal de São Paulo.

Sus muestras en los mejores centros de arte del mundo, junto con importantes reconocimientos, como la Cruz de Isabel la Católica y el Premio de la Crítica de Arte de Barcelona –que rechazó–, dan cuenta de la relevancia de Joan Ponç.

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