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La Escuela de Cerámica calienta el verano

El centro de la Factoría Cultural celebra el final de curso sacando el barro a la calle: “Esta fiesta solo la suspendimos en 2020”

Trabajos, ayer, en la Escuela de Cerámica.

La vuelta a la normalidad para los alumnos de la Escuela Municipal de Cerámica pasa por 1.100 grados de calor en pleno junio: los fines de curso en el centro siempre son muy cálidos. “Desde el principio”, apunta Benjamín Menéndez, uno de los profesores encargados de la exhibición de rakú (horneado de barro por reducción de oxígeno). “Es una técnica japonesa”, aclara el docente. Está contento. Y también la directora de la Factoría Cultural, Anabel Barrio. “El año pasado, por culpa del covid, fue el primero en que no pudimos hacer la exhibición: el primero en tres décadas”, subraya Menéndez.

De lo que se trata es de sacar los hornos al patio trasero de la Factoría. Y también las bombonas de propano. “Es una forma especial de hornear las piezas. Las calientas a 1.100 grados. Para enfriarlas, las llevas a una bandeja de serrín, que se quema, que se lleva todo el oxígeno. Como consecuencia de ello, el barro se ennegrece y los esmaltes que echas se metalizan”, explica Menéndez. Y en ello están tanto los alumnos de Menéndez como los de Manuel Cimadevilla, que es el otro profesor.

Cada alumno ha moldeado el barro según su gusto. Hay ceniceros, saleros... Y unas pequeñas bandejas multiusos que la Factoría fabrica para atender sus compromisos. “Tiene algo de mágico”, explica Barrio. Y es que el color final de los esmaltes es un enigma, es fruto de la combinación de materiales al calor, del tipo de serrín que se use, del fuego... “Así nos vemos todos un día porque no siempre coincidimos”, aclara la directora de una Escuela que cuenta con 199 niños, 81 adultos y 10 jóvenes. Entre 18 y 27 años. “Algunos de estos jóvenes, vinieron siendo chavales. Pasó el tiempo y sienten que echan de mano seguir moldeando”, apostilla la directora.

Rosa Gutiérrez y otros compañeros de la Escuela observan cada uno de los pasos de Menéndez y Cimadevilla: la introducción del barro en el horno, los guantes ignífugos, las grandes pinzas, la inmersión en el serrín, el calor y el agua. Y luego, al final, todas piezas bañadas en agua esperan su vuelta a su normalidad particular: la temperatura ambiente. Y, mientras, cada uno de ellos valora el trabajo realizado. Rosa Gutiérrez está admirada: “Esto es fantástico”.

Además de la Escuela de Cerámica, otros centros educativos de la ciudad se encuentran en pleno cierre de curso. En el Colegio San Fernando tendrá tendrá lugar esta tarde el acto de graduación de los alumnos de 5 años de Educación Infantil. La fiesta se desarrollará en el salón de actos, con aforo limitado a dos acompañantes por niño para poder cumplir las medidas de prevención sanitarias.

En el Luisa de Marillac se desarrollará un acto simbólico con la asociación de vecinos de Miranda, a quienes harán entrega de un olivo y enterrarán elementos simbólicos de la pandemia

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