Rafa Pascual, el mejor jugador español de voleibol de la historia, se paseó esta semana por Avilés, ciudad a la que le trajo su condición de abanderado del deporte como vía para mejorar la salud laboral –es colaborador de la clínica Rozona– y el deseo de ver a su hija jugar en el Campeonato de España cadete, que ayer acabó.