Nicolás Ávila y Sandra Merchán, ambos alumnos de 5.º curso del colegio Luisa de Marillac, plantaron ayer un olivo en el entorno de la Casa de Cultura de Miranda, y lo donaron a los vecinos porque, explicaron: “Ese árbol simboliza la vida y el crecimiento”. También tuvieron tiempo para poner fin al año escolar con el enterramiento de una caja de objetos dibujados en papel y vinculados con la pandemia como la mascarilla “detrás de las que tantas sonrisas han quedado tapadas”, un gel hidroalcohólico, “como símbolo de la limpieza de manos y corazones”, un metro “por la distancia que ha impedido los abrazos”, un termómetro tantas veces utilizado a lo largo del año, una jeringuilla, “como símbolo de la solución al virus” y una capa “para no olvidar el esfuerzo de los pequeños que no se han quejado ni un solo día” además de una foto del centro “que tanto cuida y protege” a los alumnos, según el manifiesto leído por Ávila y Merchán. Esa caja será desenterrada en un futuro para recordar el anómalo año educativo, pero aún no hay fecha.