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El poder de los equipos

El polo de la innovación industrial en Avilés y la “milla de la bata blanca”, en Oviedo, y la del conocimiento, en Gijón, proyectan una imagen de la Asturias moderna

Un prototipo de robot desarrollado en Avilés.

Hace una década, la tecnológica Indra, de la mano de buena parte de las multinacionales del sector, ponía en marcha el proyecto “Ciudad 2020” con el objetivo de desarrollar un nuevo modelo de urbes inteligentes, ecológicas y económicamente sostenibles, en el que el análisis de la demanda real de los ciudadanos, junto con las oportunidades de comunicación ofrecidas por internet y los cada vez más numerosos dispositivos conectados a la red, fueran la base para ofrecer servicios públicos ajustados a las necesidades de los usuarios. Aquel desafío tecnológico se ve hoy más cercano y real. Tanto, que ya hay territorios destacados por su trabajo en ese campo. Son 63 ciudades españolas las que cuentan con el distintivo de la Red Innpulso “Ciudad de la Ciencia y la Innovación”, que valora su capacidad para interiorizar el desarrollo de la I+D en todas sus políticas locales, contribuyendo a un cambio del modelo productivo basado en el conocimiento y la innovación. Así lo ha hecho Avilés a lo largo de las tres últimas décadas. Y en este tiempo, en Asturias han surgido y se han podido desarrollar con éxito tres polos de innovación complementarios entre así.

En ese triunvirato de las ciudades del futuro, Avilés ocupa el polo de la innovación en materiales. La ciudad supo dar el giro necesario en sucesivas reconversiones hacia economías mas intensivas en conocimiento sin dejar de lado su potencia industrial. Más de 400 personas trabajan hoy en los ocho centros comarcales de I+D al servicio de la industria, un polo de innovación sobre el que pivotará la pretendida reactivación económica. El parque tecnológico duplicó el personal en apenas cinco años. Las tecnológicas presentes en la comarca mantienen activos permanentemente procesos de reclutamiento y anuncian que la tendencia es al alza.

¿La razón? El talento que atraen los ecosistemas de ciencia e innovación, sin perder de vista el papel preponderante de la ciudad en la producción de grandes bienes de equipo. Todas esas fortalezas resultan complementarias de otros ecosistemas que han surgido en paralelo al polo de I+D+i avilesino.

La llamada “economía de la bata blanca” ya se ha hecho un hueco en Oviedo. El Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) es un motor asistencial y de investigación, a velocidad de crucero en su sexto año tras el traslado a La Cadellada. En torno al complejo sanitario florece una industria prometedora, un sector llamado a jugar un papel destacado en la economía local, coronado por varios centros e institutos de investigación. Y el Gijón de la materia gris se expande en torno a su Milla del Conocimiento, que ya ha dado el salto a nuevos enclaves y continúa expandiéndose gracias a la potencia del vecino campus universitario.

Ese caldo de cultivo generado en torno a los parques tecnológicos ha hecho más fuerte a la Asturias de la I+D. “Los parques tecnológicos son un ‘elemento llave’ para crear un ecosistema de la innovación en España”, defiende Tapan Munroe, experto en economía regional y asesor en Sur California. Sus palabras vienen a reforzar la importancia de estos espacios para avanzar en la recuperación económica y la viabilidad de los territorios a largo plazo. El impacto de la innovación sobre el tejido social, económico e industrial en los tres grandes polos de I+D asturianos ya es patente. Conviene seguir construyendo para mantener activa la estrategia “win-win”.

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