La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

60º aniversario de la galerna del 61: el día que la mar se convirtió en montaña

El candasín Suso Gutiérrez evoca 60 años después de padecerla cómo vivió la tempestad que hundió 21 barcos y mató a 83 hombres en el Cantábrico

Ramón Fernández García y Jesús Gutiérrez Muñiz, “Suso”, ayer, en la terraza del edificio Puerta del Mar, con la ría del Nalón como fondo. F. L. J.

La escala Douglas, llamada así por su creador, el vicealmirante inglés Henry Percy Douglas, es una escala que clasifica los diferentes estados del mar en 10 grados (numerados de 0 a 9) tomando como referencia el tamaño de las olas. El máximo grado, el 9, se denomina “mar enorme” y se reserva para cuando las olas tienen más de 14 metros de altura y es descrito así: “Las olas se hacen tan altas que a veces los barcos desaparecen de la vista en sus senos. El mar está cubierto de espuma blanca dispuesta en bandas en la dirección del viento y el ruido es fuerte y ensordecedor. El aire está tan lleno de salpicaduras que hace imposible la visibilidad de los objetos distantes”. Esas fueron, más o menos, las condiciones de mar que sufrieron todos cuantos estaban en la mar el 11 de julio de 1961, cuando el Cantábrico mostró como pocas veces su fiereza.

El barco avilesino "Campo Eder", uno de los que se hundió en la fatídica tempestad de julio de 1961.

El candasín Jesús Gutiérrez Muñiz, “Suso”, superviviente de aquella galerna del 61, evocó ayer en La Arena sus recuerdos de aquella terrible tempestad, que se cobró 83 vidas en el Cantábrico, 23 de ellas de pescadores asturianos, de los cuales 12 tenían como puerto base La Arena y 8, Avilés. Y en su relato, consciente o inconscientemente, pronunció varias veces la palabra “enorme”: “venían olas enormes”, “la mar estaba enorme”, “llegué a sentir un miedo enorme”...

Otros recuerdos de Suso Gutiérrez remiten, igualmente al grado 9 de la escala de Douglas: “La mar impresionaba de lo blanca que estaba (por la espuma), el ruido era tremendo, a veces veías los barcos muchos metros arriba (en las crestas de las olas) y otras, muchos metros abajo (en los senos); y llegamos a no ver nada a pocos metros de distancia”.

“La mar impresionaba de lo blanca que estaba, el ruido era tremendo, a veces veías los barcos muchos metros arriba y otras, muchos metros abajo y llegamos a no ver nada a pocos metros de distancia”

Suso Gutiérrez - Vivió en la mar y sobrevivió a la galerna del 61

decoration

El pescador candasín, hoy con 95 años, iba de patrón en la lancha “Emperatriz” cuando les pilló la galerna del 61. Habían estado a bonito y no les había dado mal: “Llevábamos igual cinco mil kilos, que para nuestra suerte iba montada en la popa del barco. Con ese contrapeso resultaba más fácil aguantar la embestida de las olas manteniendo firme el timón para evitar ponerse de través y volcar. Un barco como el ‘Águila del Mar’, de La Arena, no tuvo tanto suerte; llevaba la nevera cargada a proa y yo estoy convencido de que fue por eso por lo que se hundió: barrenó una ola y el mar se lo tragó”.

La alusión a uno de los barcos arenescos desaparecido en la galerna del 61 –el pueblo fue el más castigado del Cantábrico por cifra de muertos en aquel aciago temporal– emocionó al superviviente y a todos cuantos ayer acudieron a la terraza del edificio Puerta del Mar a escuchar su relato en el 60.º aniversario del día en que el Cantábrico “se convirtió en montaña”, que fue otra de las imágenes recurrentes en el relato del pescador para dar idea de lo vivido: “Aquello no eran olas, eran montañas de agua que venían contra ti; unas tras otra...”

Suso Gutiérrez: “Aquello no eran olas, eran montañas de agua que venían contra ti; unas tras otra...”

decoration

Entre los presentes estuvo otro superviviente de la galerna del 61, éste arenesco: Ramón Fernández García, hoy marino jubilado. Así recuerda aquella odisea: “Tenía 14 años e iba embarcado en el ’Deliciosa Vista’ junto a otros familiares, entre ellos mi padre. La galerna nos cogió navegando desde La Coruña a Asturias en busca de bonitos. Fue todo muy repentino, pasamos de mar calma a un verdadero infierno en cuestión de pocas horas. Pasé la tempestad metido en el camarote y aún hoy recuerdo nítidamente dos cosas: las montañas de agua y al patrón, un hombre experimentado, decir que había que dejarse ir, no tratar de pelear contra la fuerza del mar. Y así, dejándonos ir, llegamos a los dos días y pico sanos y salvos al puerto de Santander”.

"Fue todo muy repentino, pasamos de mar calma a un verdadero infierno en cuestión de pocas horas"

Ramón Fernández - Superviviente de la galerna del 61

decoration

Suso Gutiérrez y Ramón Fernández nunca guardaron rencor al Cantábrico por lo que les hizo sufrir aquel julio de 1961, de hecho ambos volvieron a navegar a los pocos días y tuvieron profesiones náuticas. El candasín sigue saliendo a pescar en una motora cuando la mar es propicia: “Pesco para mis hijos y porque no sé vivir sin la mar”. Palabra de superviviente.

Compartir el artículo

stats