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Una vecina de Versalles batalla por su intimidad

Edmé González pide la retirada de un banco instalado frente a su casa de tal modo que la expone a la vista de los ocupantes

Un hombre sentado en el banco instalado frente a la casa de Edmé González observa a la mujer dentro de su cocina. Ricardo Solís

El derecho a la intimidad, reconocido en la Constitución Española, es el que una vecina de Versalles cree que ha está siendo vulnerado por el Ayuntamiento de Avilés, responsable en última instancia de la instalación de un banco en la calle Clara Campoamor que sitúa a quien se siente en él en un privilegiado palco con vistas a la cocina, el baño y un dormitorio de la casa de la mujer. “Por vivir en un bajo, asumo que la gente pasa por la calle puede mirar para dentro de mi casa en un momento dado; pero otra cosa es que pongan un banco justo enfrente de mis ventanas y la gente se acomode ahí y vea mi vida como si fuera una película”, explica Edmé González, la protagonista indeseada de esta especie de “Gran Hermano” de barrio.

El banco de la discordia fue colocado como parte del mobiliario urbano de la reformada calle Clara Campoamor, recientemente reurbanizada. Es, de hecho el único en la zona. Y ha dado la casualidad de que está orientado hacia la fachada del edificio donde vive Edmé González, a escasos tres metros de sus ventanas y alineado de modo que cualquier usuario puede ver a la vecina dentro de su domicilio con tanta claridad como si estuviese dentro del inmueble.

La vecina ha preparado un escrito para solicitar la reubicación del banco y confía en que se atienda su petición: “¡Anda que no hay lugares donde ponerlo sin perturbar la vida de una persona!”, exclama.

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