Salinas ya era un destino turístico en el siglo XIX y tras el paso de dos centurias ha mantenido su idosincrasia. Su balneario y sus casonas de indianos son testigos de los cambios de una localidad que da buena muestra de la arquitectura de aquellas villas que los asturianos emigrados al otro lado del océano Atlántico construían tras haber conseguido una fortuna. Esa es la temática principal del itinerario “Castrillón, mar y carbón” promovido por la Mancomunidad turística comarcal y que ayer se fundió con el sol, algo casi insólito en un verano en el que han reinado los cielos nubosos.
La ruta guiada, de algo más de un kilómetro y medio, partió de la playa del Cuerno al mediodía. Un grupo de personas pudo disfrutar del paisaje, bañado por el mar en una localidad que a un lado cuenta con la mina de Arnao, que es el primer pozo vertical de la minería del carbón asturiana, con galerías excavadas bajo el mar. El mar, precisamente, es el eje vertebrador de una historia que habla de emigrados, de arquitectura, de turismo y también de minería y que ayer, contó incluso con rayos de sol.