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El carburante de los primeros puertos asturianos

José Ramón García, director del Museo Marítimo de Asturias acaba de publicar “Historia de la marina mercante asturiana. III Los años del carbón”

Jose Ramón García, director del Museo Marítimo de Luanco.

José Ramón García, director del Museo Marítimo de Asturias, ubicado en la capital del concejo de Gozón, charla con LA NUEVA ESPAÑA sobre su última obra publicada, “Historia de la marina mercante asturiana. III Los años del carbón”. Como su propio título indica, esta obra se centra en el factor diferencial que supuso el carbón para la marina entre los años 1901 y 1935.

“En aquella época la electricidad apenas estaba empezando y el carbón lo fue todo. Asturias aprovechó a todo ritmo las explotaciones mineras económicamente viables. Todos los que tenían carbón a mano, por malo que fuese, sabían que iban a tener un comprador”, señala el experto.

“Durante la primera década del siglo pasado se realizaron las obras del puerto del Musel y del puerto de San Juan de Nieva, lo que permitía la entrada y salida de grandes barcos que ayudaban a suministrar el carbón asturiano al resto de la costa cantábrica y a la mediterránea”, continúa en sus explicaciones el director del centro museístico de Luanco, quien asegura que el tráfico de mercancías diversas quedó relegado a un segundo plano.

Además de desgranar la relevancia del carbón en la marina mercante asturiana, el libro profundiza en dos aspectos clave para la comprensión de este período. El primero de ellos es el desmantelamiento de uno de los mayores tópicos de la historia económica asturiana. La obra plantea una alternativa ante la creencia de la repatriación masiva de capital que hubo tras la finalización de la Guerra de Independencia de Cuba (1895-1898) y que inició el boom empresarial que coincidió además con el cambio de siglo. Según el catedrático de la Universidad de Oviedo, “este argumento no se sostiene.

La repatriación de capitales no fue tan magnificada y el boom empresarial se produjo gracias al capital procedente de Vizcaya”. El segundo aspecto que refleja la obra es la mala gestión que la banca asturiana hizo de la navegación. “Se perdió mucho dinero en la construcción de los barcos y en la navegación. No encajaron bien con los negocios marítimos. En ese aspecto, la banca fracasó y lo pagó muy caro”, asegura García.

De momento, el período del que trata este tercer tomo fue uno muy convulso debido al estallido de la I Guerra Mundial, tiempo en el que las grandes potencias productoras de navíos como Francia, Reino Unido y Alemania se retiraron del mercado, lo que supuso una gran oportunidad para los países no beligerantes. “Este fue un hecho que el País Vasco supo aprovechar, pero Asturias no.”

Al autor le costó completar este tercer tomo de su historia de la marina mercante asturiana debido a la cantidad de datos en los que tuvo que sumergirse. Gracias al confinamiento, tuvo el tiempo necesario para informarse y redactar una obra que explora un tema inédito, “del que se habla poco y de manera superficial”. Si la salud sigue acompañando a José Ramón García, en los próximos años el público verá editado otro tomo más sobre esta temática, en el que abordará la situación vivida durante el resto del siglo XX.

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