La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Doctores ejemplares hasta en la jubilación

La Cofradía del colesterol entrega el premio a “Toda una vida” a los hermanos Siro y Ramón Pérez Álvarez: “El amor y el cariño es lo más importante”, resumen sobre sus cuarenta años en activo

Los hermanos Ramón Pérez y Siro Pérez, en el parque del Muelle. Ricardo Solís

La Cofradía del Colesterol entrega este año su premio “Toda una vida” a dos hermanos, ambos médicos y avilesinos. Siro y Ramón Pérez Álvarez, ya jubilados de una profesión a la que han dedicado más de cuarenta años de sus vidas y de la que siguen enamorados. “El amor y el cariño a los pacientes, eso es lo más importante”, incide Ramón, después de defender a los cuatro vientos el significado de la palabra empatía, la capacidad de ponerse en el lado del otro, para ayudar a entender su problemática. Para ambos, el reconocimiento les supone una “sorpresa”. “Llevo ocho años jubilado y que se acuerden de ti, siempre está bien”, señala el mayor de los dos hermanos, Siro. “No contábamos con ello”, agrega el menor, que lleva seis retirado de sus funciones.

Siro y Ramón Pérez Álvarez estudiaron en el San Fernando, en su antigua sede de La Magdalena. Y ya de críos, sobre todo el pequeño, le chiflaban “los misterios de la vida”. “Disecábamos animales y con trece o catorce años éramos taxidermistas, y los poníamos en el escaparate de la tienda de mis padres, que estaba en la calle la Cárcel –hoy Ruiz Gómez– y algunos clientes los compraban”, relata Ramón. De aquellos años de niñez a adolescencia, de sueños y vivencias, sus padres les brindaron la oportunidad de estudiar una carrera vocacional y sin que tener antecedentes similares en la familia. Siro Pérez fue el primero en viajar a Santiago de Compostela a un colegio mayor. Al año siguiente, Ramón, quince meses menor, siguió los mismos pasos. Eran los años sesenta y el Mayo del 68 francés, eran jóvenes y reivindicativos en un país con ansias de libertad. Les tocó correr delante de los grises en alguna ocasión y pronto se dieron cuenta que lo suyo era la medicina. Mientras en Avilés, seguían sus padres, Siro y Conchita.

“Cuando nos fuimos a Santiago a estudiar mi padre nos dijo: tenéis siete años para hacerlo –la carrera era de seis años– y nos sobró uno”, afirman. “Libré el servicio militar por enano, no daba la talla”, comenta el mayor de los Pérez Álvarez, que tuvo la suerte de trabajar como facultativo en la ciudad que le vio crecer. “Siempre estuve en el San Agustín”, afirma. Siro fue cirujano y dedicó buena parte de su vida a la investigación del cáncer de mama. “Hay muchos mitos sobre el cáncer de mama y no sabemos la causa, lo que sí se sabe es que está aumentando en mucha proporción en la gente joven en España”, apuntó.

Ramón sí fue a la mili y también fue profesor universitario en Medicina. Durante su vida laboral, ejerció como especialista en el aparato digestivo en el HUCA y compaginó su labor con la docencia. “Y ambos somos doctores en Medicina”, recalca el pequeño, que se siente el “hombre más feliz del mundo” por haber estudiado y trabajado “para ayudar a los demás”.

Ambos tienen claro que si volvieran a nacer volverían a decantarse por la medicina. Enumeran las razones y afirman que se quedarían cortos en explicaciones para expresar los que sienten por una profesión en la que lo han dado todo y también han recibido “el cariño de compañeros y pacientes” durante cuatro décadas, uno en Oviedo y otro en Avilés.

Ya como pensionistas, han vivido el último año y medio largo con inquietud, han tenido que ver desde la barrera el desarrollo de una pandemia. Han comprobado cómo un virus ha puesto el mundo patas arriba se ha llevado por delante la vida de millones de personas, de compañeros de profesión “algunos amigos” y también de pacientes. “El consejero de Salud, Pablo Fernández, lo ha hecho bien. Fue mi alumno y compañero de Siro. Ha hecho una labor meritoria en este proceso”, afirma Ramón Pérez. “Lo hizo muy bien”, añade Siro.

Los negacionistas, a ojos de Ramón, “son unos chiflados”. “Cómo se puede ser negacionista, incluso algunos con lo eran con estudios de Medicina. Están negando la evidencia”, sentencia el médico jubilado.

Su amor por la medicina no finalizó con sus más de cuarenta años de servicio. “Seguimos estudiando”, afirma Ramón Pérez, que se siente atraído por la neurología, un área que no era la suya, mientras Siro continúa formándose para buscar las claves sobre el origen, causas y consecuencias del cáncer de mama. Leen revistas científicas, estudios y si se los piden, afirman ambos, no dudan en aconsejar “a las personas que quieran escuchar”.

Siro y Ramón Pérez Álvarez recibirán el premio a “Toda una vida” el próximo 23 de un octubre en una gala promovida por la cofradía del colesterol en la Casa de Cultura. Dos días antes, ambos galardonados impartirán una conferencia cada uno. Siro, el mayor, hablará sobre el cáncer de mama y Ramón analizará las enfermedades hepáticas. En sus ponencias, ambos mostrarán el cariño hacia una profesión a la que han dedicado, como reza el premio que recibirán, toda una vida y, si cabe, con satisfacción por el hecho de haber intentado ayudar a los demás y a trabajar desde la empatía para comprender mejor a los pacientes y sus dolencias.

Compartir el artículo

stats