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El sector eólico urge la aprobación del plan estatal de usos del espacio marino

“La previsión es instalar unos 600 aerogeneradores en la costa de aquí a 2030”, cifra Juan Moya, de la Asociación de Ingenieros Navales

Asistentes, ayer, a la inauguración de las jornadas sobre eólica marina.

España da síntomas de salir de su letargo en materia de energía eólica marina, según se puso ayer de manifiesto en la inauguración de las Jornadas técnicas sobre el mar y las energías renovables, que siguen durante la jornada de hoy en el Centro Niemeyer. Una parálisis que no tenía que ver –como bien demuestran empresas como la avilesina Windar Renovables– con la falta de empresas especializadas en el diseño, la construcción, el montaje y la explotación de los ingenios que producen electricidad aprovechando las fuerzas de la naturaleza propias del mar, sino con las características poco favorables de la costa para este tipo de proyectos y, sobre todo, con la ausencia de impulso por parte de la Administración.

Pero las reglas del juego han cambiado. De una parte, la tecnología de los parques eólicos flotantes ya hace posible su instalación en aguas profundas como las españolas y, en paralelo, los poderes públicos han abierto la puerta al desarrollo del sector; en tal sentido se interpreta que el Ministerio de Transición Ecológica haya sacado a información pública el pasado mes de julio la propuesta de Hoja de Ruta de la Eólica Marina y las Energías del Mar. “Efectivamente, por fin España tiene una hoja de ruta para el aprovechamiento energético del mar y el mero hecho de haberse dotado de la misma ha suscitado muchísimo interés y expectación por participar en el proceso”, aseguró Juan Moya, responsable del grupo de trabajo de energías marinas de la Asociación de Ingenieros Navales de España, entidad organizadora de las jornadas temáticas que tienen como sede este año Avilés.

Según la previsión de la hoja de ruta gubernamental, el objetivo que marca España es desplegar antes de 2030 hasta tres gigawatios/hora de potencia de eólica flotante, un 40 por ciento de la meta europea de disponer de siete gigawatios/hora al final de la década. Para lograrlo, el Ejecutivo quiere habilitar al menos 200 millones de euros para I+D de 2021 a 2023 para reforzar las plataformas de ensayo existentes y ofrecer los mejores y más rápidos bancos de prueba de nuevas tecnologías. “Esos tres gigavatios/hora equivalen a unos 600 aerogeneradores de tipo convencional, de los que tienen una potencia de cinco megawatios/hora, pero ya se fabrican mayores”, precisó Moya.

Juan Moya. | M. V.

Juan Moya. | M. V.

Uno de los asuntos que preocupa actualmente a las empresas implicadas en el despliegue de la eólica marina en la costa española es que sigue sin estar aprobado el plan de ordenación del espacio marítimo, una herramienta que tiene por objeto favorecer la coexistencia entre los diferentes usos y actividades en zonas marinas sin comprometer el buen estado ambiental del medio. “Urge que se apruebe pronto ese documento donde se concilian los intereses de todos los que usan el mar de uno u otro modo –pescadores, transportistas, la Armada, sector turístico...– porque los proyectos de eólica marina tienen tramitaciones complejas y, dado que ya vamos con retraso, lo más indeseable sería que discusiones sobre dónde deben ubicarse los parques eólicos marinos entorpezcan aún más los mismos. Los tiempos de desarrollo son importantes para ese tipo de proyectos y necesitamos imprimirles la máxima agilidad”, explicó Moya.

El representante de la Fundación Asturiana de la Energía, Juan Carlos Aguilera, que será el nuevo director general de Industria en sustitución de Rosana Prada, aventuró su convencimiento de que en Asturias, cuando sea una realidad el despliegue de la eólica marina, “su actividad será compatible con otras que ya son una realidad en nuestras aguas”, en clara referencia a la pesca, un sector que ve con máxima preocupación el impacto que pueden tener los aerogeneradores en los caladeros.

La eólica marina riza el rizo: usar la electricidad generada para obtener hidrógeno


El asesor energético, consultor en materia de almacenamiento de hidrógeno y experto en baterías Miguel Sierra, de la empresa noruega DNV, esbozó ayer en las jornadas sobre eólica marina que se desarrollan en el Centro Niemeyer las posibilidades de producir hidrógeno en alta mar con la electricidad a obtener en los parques diseñados para aprovechar el viento costero. Semejante salto adelante depararía una ventaja evidente, la del ahorro del transporte de la electricidad desde su lugar de generación (alta mar) a tierra mediante el tendido de cables submarinos. Como alternativa, el transporte del hidrógeno se podría hacer por un gasoducto o mediante su carga en buques diseñados para el movimiento de gases (metaneros). “Para producir hidrogeno ‘verde’ por electrolisis es imprescindible tener acceso a electricidad obtenida de fuente renovable y a agua. Ambas materias primas se encuentran en un parque eólico marino, con la salvedad de que el agua –que también puede cumplir la función de refrigerante– debería ser previamente desalada”, explicó a modo de introducción el experto. Sierra también reseñó que, a diferencia de lo que ocurre en tierra, la ocupación de espacio no es tan problemática en el mar para hacer grandes complejos eólicos, “y a mayor tamaño, hay beneficios en términos de economías de escala”. Lejos de ser ciencia ficción y en pleno furor por la producción de “hidrógeno verde”, el ponente aseguró que se ha producido una “explosión” de prototipos de parques eólicos marinos dotados de tecnologías capaces, en teoría, de producir hidrógeno. La expectativa de uso del hidrógeno como combustible llamado a revolucionar el mix energético mundial se dispara a partir de 2030 y crece exponencialmente desde ese año hasta 2050, o al menos es la proyección a futuro que hacen los expertos. “El 50 por ciento de las energías usadas actualmente es generado a partir de combustibles fósiles, pero en 2050 ese porcentaje habrá descendido a menos de la mitad, siendo ocupando su espacio por diversas energías renovables y, entre ellas, el hidrógeno”, aventuró el consultor. A modo de ejemplo de la utilidad y el potencial del hidrógeno, Miguel Sierra comentó que un parque eólico marino de un gigavatio/hora de potencia puede proporcionar electricidad para producir 65.000 toneladas anuales de hidrógeno, lo cual daría para alimentar los hornos necesarios para fabricar 1,2 millones de toneladas de acero, la cuarta parte de la producción anual de Arcelor en Asturias.

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