“Había ganas, se echaba de menos volver a encontrarse”, sentenciaba ayer, al término de las celebraciones de San Telmo, Fernando López, presidente de la Asociación Cultural Arenesca de Festejos. La tradicional procesión marinera, desde la iglesia, en dirección a La Ribera, devolvió el color a las calles de La Arena. Era también el último gran desfile marinero del año.
Sin redes, como en ocasiones anteriores, para cumplir la distancia de seguridad entre los participantes, el rito procesional con la imagen del santo y de la Virgen del Carmen sirvió para recordar los momentos previos a la pandemia.
“Parece que volvemos a la normalidad”, confesaba el presidente de la Asociación Cultural Arenesca de Festejos tras disfrutar del desfile, acompañado de la Charanga Principado, donde pequeños y mayores participaron ataviados con sus trajes de marineros.
Al llegar a La Ribera, los feligreses lanzaron coronas de flores a la ría en recuerdo de los fallecidos en la mar. Por la tarde, la Asociación de Festejos hizo entrega del bollo a sus socios en el parque de La Arena, anexo a la iglesia parroquial donde el día anterior la paralímpica Vero Rodríguez Pulido dio el pregón de las fiestas. “La gente respondió muy bien. Volvemos con más fuerza. Se nota en el número de socios. Ahora ya empezamos a pensar en San Juan”, anunciaron los organizadores en el fin de fiesta.
El origen de esta celebración se sitúa en los años cuarenta del pasado siglo. Se estableció la festividad de San Temo el último domingo de septiembre debido a que la costera de bonito coincidía con las fiestas patronales de San Juan, en junio. Por ello, optaron por otra fecha festiva, a finales de septiembre, cuando los marineros entraban a puerto durante varios días para repartir las ganancias de la costera y acondicionar el barco.