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El amarillo Nápoles de Fernando Wes

Los Antiguos Alumnos del Carreño y Ramón Rodríguez recuperan parte de la obra del pintor avilesino que descubrió José Francés en los años veinte

Ramón Rodríguez, en la sala de exposiciones de la Casa de Cultura, esta semana. | Mara Villamuza

Fernando Wes (Avilés, 1906-1987) pintó “de amarillo de Nápoles y tierra de Siena” medio Avilés. Una treintena de sus paisajes urbanos está colgada en la sala de exposiciones de la Casa de Cultura hasta finales del próximo mes de noviembre. Y esto así por el empeño de la Asociación de Antiguos Alumnos del Carreño Miranda y del pintor y divulgador artístico Ramón Rodríguez. Este es el que se encarga de comisariar la exposición de veintitantos cuadros –muchos, de un Avilés irreconocible– que salen de la colección privada Sánchez Cima, “que fue su mecenas en sus últimos años”, apunta Rodríguez mientras recorre la sala de exposiciones jugando a descubrir el escenario real al que corresponden los lienzos colgados como fotos de color sepia. “No es hiperrealismo, eso no se había inventado cuando Wes pintaba. Estamos hablando de un realismo costumbrista. No vamos a negar un objetivo comercial en su obra: quería vender los cuadros”, cuenta Rodríguez. Pero eso nunca le fue del todo bien. Por eso era figurinista en el teatro Palacio Valdés –allí, en el desván, tenía su estudio–. Compartió vida con el dentista Pipo Carreño: los dos en la calle de la Muralla. Carreño era tío de Micky, el de los Tonys, pero también caricaturista y poeta de humor irreverente. Wes y Carreño formaron una pareja de artistas que movieron la vida cultural avilesina durante el franquismo de manera destacada. “Se inventaron el premio ‘Bances Candamo’, el que se daba al mejor actor. Ellos gobernaban ese jurado” , cuenta Ramón Rodríguez.

Dos paisajes de Fernando Wes. Arriba, la plaza del Carbayedo, abajo, la Ferrería, en primer término el edificio anterior al de Correos. | M. V.

Fernando Wes también firmó como Fernando Wés, como Fernando González, como Fernando Dintén... era de familia bien. Su padre había sido secretario municipal y, después, víctima pionera de en la Guerra Civil.

El amarillo Nápoles de Fernando Wes

Rodríguez presenta las escenas urbanas como un paso para ahondar en lo que, según su criterio, fue su verdadero talento: el dibujo. Empezó a exponer en 1924, en la III Exposición de Arte Asturiano, una competición que dirigía José Francés, veraneante avilesino de relumbrón, el más importante crítico de arte de la Restauración. “Gracias a él publicó sus dibujos en la revista ‘La Esfera’, que era una de las principales de las que se publicaban en España en aquellos años. Con el apoyo de Francés publicó una portada, pero donde se hizo grande fue en ‘El Bollo’. Es autor de 22 portadas. Lo malo es que toda aquella obra, la que va del 24 al 35 está perdida”, cuenta Rodríguez. ¿Y por qué esos dos únicos colores? “En el taller de Sánchez Cima está el último cuadro, el que no terminó. También era amarillo de Nápoles”.

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