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Carlos García Rubio, chigrero y escritor: “Sin el confinamiento probablemente no habría escrito ‘El cobertizo’”

“Soy un friki de la historia de Avilés: leo todo cuanto cae en mi manos: libros, tesis doctorales, trabajos de fin de grado”

Carlos García Rubio muestra un ejemplar de su último libro.

Carlos García Rubio (Avilés, 1965) lleva la tira poniendo cervezas detrás de la barra de su bar: el Cafetón. Primero en la calle del Sol y ahora en La Muralla. Pero, entre birra y birra, le ha dado tiempo a escribir “El Cobertizo” (Orpheus Ediciones Clandestinas. 2021), un libro a mitad de camino entre la novela y la historia familiar que se presenta mañana jueves en el auditorio de la Casa de Cultura (19.30 horas). Le acompañarán la editora Nieves Penela, el prologuista, Pablo Martínez Corral, y la concejala de Cultura, Yolanda Alonso.

–¿Qué hace un chico como usted metido a novelista?

–Hay que hacer de todo en esta vida. Bueno, la verdad es que era un proyecto que me apetecía llevar a cabo desde hace mucho tiempo. Soy un friki de la historia de Avilés: leo todo cuanto cae en mi manos: libros, tesis doctorales, trabajos de fin de grado. Siempre he apuntado todo cuanto me llamó la atención. Y en paralelo decidí que era bueno hacer mi árbol genealógico.

–Y se ha remontado al siglo XVII.

–Sí, la partida más antigua a la que he tenido acceso es la de Catalina de la Campa. Es de 1612.

–Nada menos.

–Es su partida de bautismo. Está en el archivo de San Nicolás.

–O sea, la suya es una familia avilesina de toda la vida.

–Tenga en cuenta que echando la vista tan atrás te encuentras con cientos de ramas familiares. En mi caso me encontré 328: mis padres, mis cuatro abuelos, mis ocho bisabuelos... En un altísimo número de casos procedemos de Asturias, prácticamente todos de Miranda.

–¿Ah, sí?

–Caldereros principalmente. Esto lo comprobé mirando los padrones del Ayuntamiento: allí es donde vienen los oficios.

–¿Y por qué “El cobertizo”?

–Es la excusa para la novelización de esta historia familiar: digo que mi familia guardaba sus documentos en un cobertizo del barrio de Carbayedo, el último, mi abuelo. Lo que hago yo es poner todo esto en orden.

–¿Y por qué no se limitó a un libro de pura historia?

–Le dije que soy un friki de la historia de la Avilés, que lo leo todo, pero aún así me encuentro a veces que esta lectura puede resultar plomiza. Para aligerarla me inventé la excusa de los papeles en el cobertizo.

–Parece un trabajo de chinos.

–De chinos no, de muchos años. Llevo muchísimo tiempo purgando cosas de aquí y allá: de revistas clásicas, de “El Bollo”, escribía cositas para mi Facebook, pero nada más.

–¿Y qué le llevó a dar forma a todo esto?

–El confinamiento. Probablemente, sin el confinamiento no habría podido escribir este primer libro. Durante meses no podíamos trabajar y o te sientas a ver la tele o te tiras por la ventana... así que, como no soy muy de tele y lo otro no pasa por mi cabeza, me puse a escribir.

–Aunque parezca que sí, no es nuevo en la escritura: tiene dos folletos de casi circulación clandestina.

–Me gusta escribir mucho: tengo una novela negra y una colección de microcuentos, un poco así como los asombrosos.

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