Sin bonitos ni bocartes con los que llenar las bodegas, en la rula de Avilés se desembarcaron el pasado septiembre 457.000 kilos menos de pescado fresco que en el mismo mes de 2020. ¿La razón? Hace un año, en septiembre, se rularon algo más de 902.008 kilos de bocarte y este año, de acuerdo a las estadísticas elaboradas por la dirección general de Pesca, la anchoa brilla por su ausencia: el pasado 13 de agosto el Ministerio prohibió las capturas al agotar la flota nacional las 26.543 toneladas asignadas. Esta caída de 902 toneladas a cuenta del bocarte se disimuló con un aumento de descargas de jurel y bacaladilla: 212.731 kilos del primero y 139.146 del segundo, respectivamente. No obstante fueron las descargas de merluza las que mantuvieron a flote las cuentas de la rula: el mes pasado supusieron casi un 39 por ciento del total de descargas.

Los pescadores desembarcaron cerca de 379.497 kilos de la “reina del Cantábrico”, y el kilo se vendió, de media, a 3,62 euros en la lonja avilesina (el precio máximo alcanzó los 17,90 euros/kilo). Esto confirma que, a estas alturas del año, son los barcos de comunidad, que se dedican principalmente a la captura de merluza en aguas internacionales, los que hacen posible que el balance final de la rula avilesina sea positivo al estar ya cerradas muchas pesquerías de importante valor comercial como la del bonito.

En números totales, en la rula de Avilés se subastaron el mes pasado 982.413 kilos de pescado fresco (crustáceos, equinodermos, moluscos y diversos tipos de peces, entre los que destacan por sus cantidades la merluza y la bacaladilla) que dejaron ingresos por importe de 2.540.188 euros, unos céntimos más que en septiembre de 2020 pese a que entonces las descargas fueron muy superiores (un 31,7 por ciento más). Como curiosidad, entre las especies con el precio medio más elevado destaca la langosta (50,80 euros el kilo), el rodaballo (34,86 euros/kilo), el virrey (33,70 euros/kilo) o la dorada (22 euros/kilo). Los más económicos: la ñocla (trece céntimos de euros de precio medio por kilo), la fañeca (treinta céntimos) o la citada bacaladilla (dieciocho céntimos de precio medico y casi seis de máximo).

Respecto a la merluza, cabe destacar que los buenos números de la rula avilesina en cuanto a descargas coinciden con el segundo aniversario del distintivo “Pescado de confianza”, que acredita que las “reinas blancas” de los mares que lo lucen en los mostradores de las pescaderías están sometidas a las exigencias de un sistema de gestión certificado y único, “sensible a las demandas del consumidor actual”. Son, pues, merluzas gourmet, de primera calidad y, además, ambiental y socialmente “responsables” por sus métodos de captura. El objetivo de este salto adelante en materia de calidad es añadir valor al pescado, identificar los productos vendidos en Avilés con la excelencia y, evidentemente, tratar de influir en la demanda para potenciar la actividad comercial en el muelle pesquero de la ría.