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Crítica / Teatro

Una deliciosa historia de amor triste

“L’Om Imprebís” conmueve con “Tu mano en la mía”, su mejor producción en años

Entre bastidores con el elenco de "Tu mano en la mía"

Entre bastidores con el elenco de "Tu mano en la mía"

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Entre bastidores con el elenco de "Tu mano en la mía" Saúl Fernández

“Pongo tu mano en la mía” es la despedida que eligió el dramaturgo ruso Anton Chéjov cuando escribía a su mujer, la actriz Olga Knipper. La despedida recortada es, a su vez, el título de la deliciosa tragedia que estrenó antes de anoche la compañía “L’Om Imprebís, la de Santiago Sánchez, sobre las tablas del auditorio del Niemeyer, un espectáculo tan conmovedor como verdadera fue la fábula que la dramaturga norteamericana Carol Rocamora desarrolló a partir de las 412 cartas que se cruzaron el célebre escritor y la actriz que terminaría siendo su viuda: la memoria viva del teatro moderno europeo.

Los dos juntos inventaron la escena presente y eso también sale en el montaje que comenzó su carrera el viernes por la noche en Avilés y que en quince días llega al teatro Fernán-Gómez de Madrid. No se la pierdan: saldrá triste, pero también con una gran sonrisa melancólica y eso se consigue pocas veces. Y, además, saldrá admirado por la pareja que nació para estar junta, pero que la enfermedad llenó de grietas y, al final, con las simas que separaron el mundo para siempre. Pero ellos dos pudieron con todo: sumaron dos inteligencias nacidas para hacer estallar el arte para siempre. Y lo consiguieron.

“Tu mano en la mía” es una dramaturgia de una estudiosa de Chéjov, la editora de los cuatro centenares de cartas que se cruzaron el escritor y la intérprete entre 1898 y 1904. Lo que Rocamora hizo fue extraer de esta y aquella cartas los fragmentos de las epístolas para construir un diálogo tan irreal como cierto: todo cuanto se escucha fue escrito por los personajes de la tragedia que antes fueron personas: Chéjov sobre la escena es el verdadero Chéjov; Knipper sobre las tablas es la verdadera Knipper, la actriz que fundó con Stanislavski y Nemirovich el Teatro del Arte: la raíz del nuevo teatro norteamericano (el de Miller, el de O’Neill), pero también, ahora, el de Daniel Veronese, el de Claudio Tolcachir.

Y todo esto con sólo dos actores (Valls y Casany) que parece que nacieron para ser la pareja triste que inventó el amor triste y quebrado; los dos moviéndose por el escenario con las indicaciones de Sánchez en verdadero estado de gracia. “Tu mano en la mía” es su mejor espectáculo en años, es el más fieramente humano... Cuando termina, uno quiere que los dos actores vuelvan a empezar porque uno sabe que todas las historias tristes hablan de uno. Se lo confieso: “Tu mano en la mía” sube al retablo de las obras que han hecho de mí la persona que soy.

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