Los silencios, las miradas y las distancias hablan más que los diálogos. Sam y Tusker son pareja desde hace 20 años. Sam es pianista. Tusker, escritor. Viajan a través de Inglaterra en su caravana visitando a amigos, familiares y lugares de su pasado. Desde que a Tusker hace dos años le diagnosticaran alzhéimer en su fase temprana, el tiempo que pasan juntos es lo más preciado que tienen. Sam y Tusker son Colin Firth y Stanley Tucci, respectivamente, protagonistas de “Supernova”, una película de 90 minutos de duración que ayer se proyectó en Odeón Multicines de Parque Astur. Pero no fue una proyección al uso: el corazón de esta película es el relato sobre la dignidad humana y el respeto al paciente para decidir sobre su propio destino.

De todo esto hablaron tras la ver la película tres expertos en la materia en un entretenido debate: Francisco Suárez, especialista en geriatría de la Fundación Hospital de Avilés; Margarita García, psicóloga del equipo de atención psicosocial de la Fundación la Caixa y Esther Fernández Riera, directora del centro de día “Ría de Avilés” especializado en demencias. Tanto para Suárez como para Fernández Riera es “fundamental” que las demencias, en el caso de “Supernova” el alzhéimer, lleguen al cine.

“Es una enfermedad que en el cine no aparece tanto como el cáncer, por ejemplo, o las enfermedades degenerativas en personas jóvenes. Pero, por contra, es una patología muy prevalente en nuestra sociedad. Hay que saber que existe, que nos puede pasar a nosotros, a nuestros familiares y que, aunque cada uno evoluciona de una forma, hay recursos y formas de enfrentarnos a ella”, explicó Suárez, que destacó que, a mayor edad existen mayores probabilidades de tener una demencia. “La más conocida es el alzhéimer, pero hay otras. Y son frecuentes. Depende del estudio que se lea se dan unas cifras u otras, pero alrededor del 15 por ciento de las personas mayores de 80 años pueden tener algún tipo de trastorno cognitivo. Unos avanzan de una forma y de otra. Y son difícil de detectar porque hay despistes o cosas que se achacan a la vejez”, subrayó.

Esther Fernández Riera, directora del centro de día “Ría de Avilés”, dedicó su intervención especialmente a los cuidadores. “Creo que llevar al cine este tema es absolutamente importante desde la óptica de la persona cuidadora. El alzhéimer es una enfermedad compartida y con secuelas muy importantes y que persisten durante mucho tiempo para esos cuidadores”, dijo. Por eso defendió que los recursos especializados deben fijarse en el enfermo, a ser posible para retrasar el avance de la demencia, pero sobre todo en las familias. “Hay cuidadores que son ancianos, y no pueden. Hay otros que son hijos y también deben tirar la toalla porque pierden su vida social, familiar y laboral”, concluyó Fernández Riera, que en sus años en el “Ría de Avilés” nunca se encontró con una historia de amor como la de Sam y Tusker, tan de película, pero sí con muchas familias que recibieron un respiro en el cuidar.