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Sergio Baragaño Arquitecto, representa a Avilés en el encuentro nacional de ciudades innovadoras

“Las casas modulares llevan el ADN de Avilés: innovación, acero y sostenibilidad”

“La pandemia ha cambiado el paradigma del tiempo: ahora más que nunca ese factor es traducible en dinero”

Sergio Baragaño. | Ricardo Solís

El arquitecto Sergio Baragaño defenderá su proyecto de construcción modular industrializada Room 2030 –como también se denomina su empresa– en el encuentro de ciudades innovadoras que se celebra hoy en Viladecans (Barcelona), a donde viajará junto a la alcaldesa, Mariví Monteserín, para representar a la ciudad. La fabricación de nuevos edificios a partir de habitaciones tecnológicas modulares ya es una realidad, con varios proyectos a desarrollar en distintas comunidades autónomas.

–Tendrá tres minutos para defender su proyecto. ¿En qué sustentará su argumentación para convencer al jurado de que Avilés presenta el proyecto más innovador?

–La sostenibilidad, la eficiencia y la salud son principios básicos de este proyecto, pero además implica la totalidad del desarrollo en la ciudad y en su ADN: innovación, tecnología y fabricación industrial. Desde Avilés sale un producto final que se convierte en una solución para cualquier ciudad. Es un proyecto con el ADN industrial de la ciudad, innovador porque es por para y para las ciudades, y al cambiar la forma de construir se reducen las emisiones de CO2, el acero se recicla y entramos en la economía circular, además de reducir los riesgos laborales.

–¿Cómo imagina los edificios del futuro?

–La pandemia ha cambiado muchísimas cosas, también el concepto y el uso de la vivienda, las oficinas, los hoteles… las ciudades en sí mismas. Y nos vamos a tener que acostumbrar a que todos los espacios sean más flexibles. Por ejemplo, ahora se trabaja en casa, los hoteles no solo se utilizan para hacer reuniones y dormir, sino que también se practica deporte, se realizan actividades sociales, culturales... Las oficinas también están cambiando y van a cambiar aún más.

–¿Y su proyecto permite dar cabida a todo eso?

–Claro, porque las estancias son modulares y eso permite reciclar, montar y desmontar, cambiar el uso, trasladar… Por ejemplo, imagine que en la pandemia se construyó un hospital con las habitaciones modulares que nosotros fabricamos, y que una vez superada ya no es necesario. Pues el proyecto se recicla y se puede trasladar a otro espacio para convertirlo en una residencia de estudiantes.

–Imagine una casa unifamiliar. ¿Es más barato construir una a la manera tradicional o con un proyecto Room 2030?

–Si se tiene en cuenta solo la parte económica, la monetaria, costaría más o menos, sería prácticamente paralelo. Pero la rapidez también es dinero, y en lugar de tardar año y medio en construir, sería cuestión de meses con la posibilidad, además, de poder ampliar estancias o reducirlas cuando pase el tiempo. Incluso modificar el diseño. La pandemia ha cambiado también el paradigma del tiempo. La flexibilidad y el tiempo también son dinero.

–Este cambio de modelo constructivo también afectará a un sector en el que escasean los profesionales para el relevo generacional.

–Nuestro problema sería más parecido al de una fábrica de coches, porque todo se hace en fábrica y lo único que se hace fuera es el ensamblaje. El metal tiene oficios muy interesantes que también harán falta para nuestro proyecto. Lo que se producirá con el tiempo será el paso de la construcción a la fabricación.

–Room 2030 ya ha iniciado la fabricación en serie. ¿Para qué proyectos?

–Se están consiguiendo proyectos casi de manera constante. Hoteles, residencias geriátricas, de estudiantes, un edificio de viviendas y algún proyecto singular que tenemos en estudio. Pero de momento no puedo decir más.

–¿Empiezan ya a generar empleo en la ciudad?

–Empezamos siendo cuatro, y ya somos siete y contamos con colaboradores externos, porque la empresa tiene distintos departamentos: investigación y desarrollo, fabricación y comercialización. Aún estamos empezando, pero la previsión es conseguir a lo largo de este año crecer y, si todo cuaja, podríamos doblar plantilla. Aquí todo es modular, el desarrollo de la compañía también.

–La profesión de arquitecto también ha dado un vuelco estos últimos años.

–Ha sido una década muy difícil en la profesión, primero con la crisis económica y después con la sanitaria. Todo ello ha supuesto un cambio profundo en la profesión y se ha abierto un abanico enorme de posibilidades. Antes se hacía el trabajo en el despacho, y ahora es mucho más transversal. Se ha convertido en una profesión muy de equipo, y hay que evolucionar y adaptarse a las nuevas necesidades y demandas, lo que supone investigar, desarrollar fórmulas y proyectos innovadores… Evolucionar y adaptarse.

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