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El metal avilesino ya repercute a sus clientes la carestía de la luz y el gas

Las pymes metalúrgicas renegocian sus contratos de suministro, se pasan al autoconsumo eléctrico y extreman el control de consumos

Un tendido eléctrico en las inmediaciones de la fábrica de Saint-Gobain. | Mara Villamuza

Apagar luces innecesarias o reducir su intensidad en según qué horas del día y la noche, reducir el uso de sistemas de ventilación, cambiar lámparas halógenas por otras de menor consumo, renegociar los contratos de suministro de electricidad, bajar la potencia de kilovatios contratada, reorganizar tareas para evitar elevados gastos de luz en los momentos de mayor carestía de la misma... Y quien se lo pueda permitir, instalar sistemas fotovoltaicos de generación de electricidad o subir los precios de los productos finales; o sea, trasladar a la clientela, el menos en parte, los sobrecostes derivados del encarecimiento de la luz y el gas.

Esas son algunas de las medidas adoptadas por las pequeñas y medianas compañías metalúrgicas avilesinas para abaratar su factura de la luz después de meses en los que el precio de la electricidad no ha dejado de escalar y sin síntomas de que la tendencia alcista vaya a cambiar. Y es que el tsunami energético –además del precio de la luz se ha disparado el del gas– sacude a multinacionales como Arcelor y Asturiana de Zinc, industrias que tienen altísimos consumos eléctricos por las características de sus procesos productivos, pero un peldaño más abajo de esos gigantes hay decenas de empresas que las están pasando canutas.

“Se ha formado la tormenta perfecta porque al encarecimiento de la energía se añade el de las materias primas y la crisis logística de suministros. Todo junto es un cóctel demoledor”, afirma Belarmino Feito, fundador y presidente de Asturfeito, una empresa especializada en la fabricación de piezas con acero. El empresario condensa en cuatro ejes las acciones emprendidas para minimizar el impacto de la factura eléctrica en sus fábricas: entablar negociaciones con las compañías eléctricas para tratar de acordar un marco estable de suministro y precios, medidas de eficiencia energética, planes de autoconsumo (que conllevan inversiones en sistemas de generación fotovoltaica) y revisión de la tarifa de precios.

“No obstante, una industria de transformación metalúrgica como Asturfeito compite en un escenario globalizado, nuestra competencia es mundial y la tecla de los precios, por ejemplo, ha de ser tocada con mucho tacto porque existe el riesgo de quedar en fuera de juego. Esto, por la parte de los ingresos. Por la parte de los gastos, no siendo en nuestro caso tan grave el impacto del precio de la luz como puede serlo en Azsa, vivimos un momento complejo en el que todas las variables del sumatorio de costes, no solo la energía, está al alza... Y esto es una seria amenaza para nuestra competitividad”.

El Grupo Gonvarri, con presencia en Cancienes (Corvera), anunció hace un mes la elaboración de un plan de reorganización de turnos y de producción para tratar de minimizar el impacto del elevado coste de la luz en la fabricación de sus productos. Además de esa medida acorde al encarecimiento de sus costes energéticos (luz y gas), la antigua Hiasa se halla actualmente en negociaciones para reformular sus consumos eléctricos y prevé “tocar” los precios finales de sus productos.

En la margen derecha de la ría de Avilés, Aleastur, fabricante de aleaciones de aluminio, también negocia el mejor precio posible de la luz con las empresas proveedoras, ha encargado un estudio de viabilidad de una planta de autoconsumo eléctrico y analiza el uso de herramientas financieras “creativas” diseñadas para librar a las empresas de fluctuaciones bruscas del precio de la energía. El mismo o parecido camino han emprendido en Galvanizados Avilés, según su director general, Manuel Hernández: “Desde agosto de 2020 nuestra prioridad es reducir costes energéticos, y de hecho lo conseguimos bajar un 30 por ciento. Pero la escalada imparable del precio de la electricidad nos ha hecho añicos el plan”. Así las cosas, Hernández ve inevitable la toma inminente de dos decisiones: montar una planta de autogeneración eléctrica y subir los precios.

El presidente de la compañía Asturmadi, Alfredo Suárez, se lamenta por la “pinza” que aprieta a su empresa en forma de doble coste energético: luz y gas. Solo de la primera, la factura ha pasado de 14.000 euros mensuales a 24.000. Para aflojar esa presión, el plan de Suárez es “invertir a tope en tecnología eléctrica verde”. El empresario deja un recado a los políticos: “Su mediocridad nos ha metido en este infierno: jamás debería de dejarse de producir un vatio de electricidad por métodos llamémoslos ‘sucios’ sin antes tener la certeza de que tenemos la capacidad de generar esa misma electricidad con tecnologías ‘verdes’; es de puro sentido común”.

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