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El movimiento vecinal, tocado por la pandemia: “Ahora no se hacen planes, se va al día”

Algunos colectivos languidecen por falta de manos jóvenes y otros como el de La Magdalena resurgen con junta renovada

Participantes en una paellada organizada en 2019 por los vecinos ligados al polígono de La Magdalena. | M. V.

Las asociaciones de vecinos de Avilés resisten las olas pandémicas, pero la mayoría trabajan con la incertidumbre del qué ocurrirá mañana, lo que acentúa el esfuerzo de los organizadores de cara a preparar cualquier actividad, desde un taller o cursillo a unas fiestas. “Ahora mismo no se pueden hacer planes a tres meses, y organizar cosas así supone dedicar mucho tiempo y, sobre todo, mucho dinero que no tenemos”, argumenta Félix Rodríguez, que descarta precisar, a día de hoy, si habrá o no arrozada en Miranda coincidiendo con la festividad de Santo Domingo. Para el barrio reclama “mantenimiento”.

Más allá de la pandemia, la mayoría de colectivos vecinales de la ciudad se enfrentan a otro mal endémico: la falta de relevo generacional. Aunque aún hay esperanza. Ejemplo es el barrio de La Magdalena, con Manuel García al frente de un colectivo que suma también el Polígono y La Grandiella y que hasta hace poco agonizaba por falta de manos nuevas. La asociación, que desde su llegada no ha cejado en su empeño de captar socios para “hacer barrio”, suma ahora 140.

Tienen una larga lista de propósitos para este 2022 recién comenzado: “Queremos que salga adelante el mayor número de proyectos, pero con la actual situación sanitaria no será fácil. En diciembre, por ejemplo, tuvimos que cancelar un taller para hacer el Ramu Nadal con los alumnos del Marcelo Gago. Así que toca ir día a día viendo lo que se puede hacer. Pero lo que sí nos gustaría sería sacar adelante las fiestas del barrio, que son en junio”, explica Sergio Muñiz, de la directiva del colectivo. Otros planes de los de La Magdalena son impulsar huertos urbanos, realizar excursiones, realizar actividades a favor de la igualdad de género, organizar actividades para los más pequeños…

En Versalles, con 600 socios, la actividad está “resentida” por la pandemia, según el presidente del colectivo “Marcos del Torniello”, Antonio Gil. En este barrio el año se presenta ajetreado en cuanto a inversión municipal. Esté en ejecución la restauración del monumento de Los Canapés y prevén que en fechas próximas salga a licitación la reforma integral del parque de Versalles, una reivindicación que ya viene de lejos.

“La calle de La Paz también se hará más accesible y acogedora. Y está en estudio la construcción de un aparcamiento precisamente en la calle de La Paz, en una explanada donde antiguamente estaba la “U” (pista de skate)”, señala Gil, que valora que el parque infantil también sea objeto de mejoras. Aunque las peticiones no cesan. Por ejemplo: “Con la reorganización del tráfico, sería interesante poder utilizar como carril de salida el de La Curtidora, reservado únicamente a autobuses. De esta forma se descongestionaría el centro del barrio”.

Los vecinos del centro, con unos trescientos socios, es otro de los colectivos más dinámicos del momento. Entre sus propósitos de año nuevo está, precisamente, poder realizar las actividades del colectivo sin mayores restricciones. Pero hay más, y que no tienen que ver con la pandemia: “Esperamos ver un avance en el plan del casco histórico y la muralla, la concreción de las obras y los grandes retos de la ciudad, el plan de movilidad, el acceso al puerto, la eliminación de la barrera ferroviaria…”, enumera Pablo Castañón, que agrega: “ También en lo que toca al campo de la participación queremos un avance y que sea más transversal entre los diferentes departamentos del Ayuntamiento así como fortalecer la democracia participativa desarrollando el reglamento y potenciar los consejos de zona y sobre todo el consejo de ciudad”

Regresando a Versalles, allí las fiestas están en manos de Comver, un colectivo que nada tiene que ver con la asociación vecinal, pero se complementan. Al frente del mismo, con 220 socios, está Aida Vázquez. Su deseo: organizar este año las fiestas del barrio, que en Versalles se celebran en septiembre, coincidiendo con el día de Covadonga. “Ya estamos negociando las orquestas, dj... Y tenemos contacto muy fluido con los feriantes”, explica la joven, que destaca: “Ahora estamos pensando en ahorrar y seguir sacando dinero para hacer unas buenas fiestas”. Reconoce que, a diferencia del año pasado, que la asociación perdió fuelle por la situación sanitaria, “ahora estamos a tope”, con muchas ganas de trabajar y hacer cosas”.

Para los vecinos ligados a la asociación “Santa Bárbara” de Llaranes, la lista de deberes dirigida especialmente al Ayuntamiento de Avilés incluye, sobre todo, tareas de mantenimiento en el barrio, según la nueva líder vecinal, María del Carmen Ovies, que representa a 150 vecinos. Este colectivo limpieza la limpieza del río “y que se solucionen los vertidos”, la urbanización de Bustiello, el mantenimiento de los parques infantiles, la reparación y mantenimiento de la fuente de la Plaza Mayor o que se instale un área recreativa en la campa de la iglesia, así como un parque de calistenia, entre otros. No es sin embargo todo pedir. Ofrecen actualmente actividades que van del yoga terapéutico a informática, sevillanas, boxeo, costura o punto y ganchillo.

Otra asociación renovada hace relativamente poco tiempo es la de Jardín de Cantos, que lidera Sergio Sanzo y representa uno de los colectivos vecinales más jóvenes de la ciudad por la edad de sus miembros. La asociación de vecinos de “La Atalaya” de San Cristóbal, entre tanto, está llamada hoy (20.00 horas, en el local social) a una asamblea extraordinaria donde presentará su dimisión la actual junta directiva.

La actual dirección explica que la junta que debe tener un mínimo de nueve socios, ha quedado reducida a siete. A esto suman “motivos laborales y poca disponibilidad de tiempo”.

“Nos han venido los Reyes con la nueva sede”, afirman en Jardín de Cantos

“A nosotros nos han venido los reyes con la nueva sede de la que vamos a disponer en poco tiempo, esto era un handicap para la asociación ya que no teníamos un espacio físico de fácil acceso para todos los vecinos. Ahora vamos a estar mucho más conectados y hará posible que demos un salto adelante en la captación de nuevos socios y la realización de actividades”, manifestó ayer Sergio Sanzo, representante de la asociación vecinal de Jardín de Cantos.

Como propósito para el barrio, el colectivo plantea “que se lleve a cabo el plan de reconversión de las antiguas parcelas de Cristalería qué poco a poco está viendo la luz”. La junta de compensación, no obstante, todavía no se ha formado tras meses desde que se dio luz verde al trámite. “Supondrá una nueva reorganización y urbanización del barrio haciéndolo más atractivo para vivir y emprender”, recalcó.

En cuánto a la salud del colectivo vecinal, esta pasa, a juicio de Sanzo, por una “larga enfermedad cargada de hastíos y sueños rotos”. “Es necesaria una intervención, un debate en profundidad sobre el modelo vecinal que de lugar al fin de éste estancamiento y al comienzo de un nuevo tiempo liderado especialmente por los jóvenes que actualmente no se ven representados por el mismo”, subrayó.

Las asociaciones de vecinos se enfrentan, pues, a un año lleno de incertidumbres. Desde todas ellas se hace hincapié en la necesidad de que la pandemia llegue a su fin por el bien de los vecinos. La mayoría, como la de La Luz, que habitualmente trabaja en red con Llaranes y Villalegre, por citar un ejemplo, continúa ofreciendo un importante número de actividades a sus socios.

Casi todas sufren limitaciones de aforo y deben lidiar con el miedo a sociabilizar que padecen especialmente las personas mayores, mayoría aplastante en Avilés, por temor a contagiarse del nuevo coronavirus. Desde algunos colectivos se echa en falta, dicen, una Plataforma que aglutine a todas las asociaciones vecinales de la ciudad, que en su día existió.

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