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El paréntesis gozoso de una familia ucraniana que aumentará en Avilés: "Creíamos que no iba a pasar nada"

Kristina Sotomayor dará a luz a su hijo Samuel tras recorrer más de tres mil kilómetros desde su ciudad, Leópolis, con su marido y su madre

El paréntesis gozoso de una familia ucraniana que aumentará en Avilés

De las historias de ucranianos obligados al éxodo por la guerra, la de la familia Sotomayor-Dzhanhobekova puede tener un final feliz, o al menos un paréntesis gozoso en Avilés. Porque en unos días Kristina dará a luz a su primer hijo, Samuel, en el hospital San Agustín. El bebé fue la razón principal que llevó a Kristy, como la conocen sus compañeros del Club Bádminton Oviedo, a afrontar un viaje en coche de más de tres mil kilómetros junto a su marido, Christian Gola Sotomayor, y su madre, Tetiana Dzhanhobekova.

“Creíamos que no iba a pasar nada, que era solo una provocación de Putin”, señala Kristina para justificar las dudas iniciales de marcharse de su ciudad, Leópolis, donde vivía desde que acabó la pasada temporada como campeona de liga con el Oviedo. “Todo el mundo hacía su vida, incluso bromeábamos con todo eso hasta el día 24”, añade, hasta que llegó el día D para Ucrania: “Cuando desperté a las 7 de la mañana ya tenía mensajes con lo que pasaba”.

Como el primer frente de batalla quedaba lejos de Leópolis, ciudad a 60 kilómetros de la frontera polaca, su primera idea fue quedarse: “Ya había salido de cuentas y podía dar a luz en cualquier momento”. Pero esa misma noche, ella y su marido se lo pensaron mejor: “Cogimos el coche y salimos hacia la frontera, pero nos encontramos con una cola de 30 kilómetros. Aguantamos hasta el sábado por la tarde, cuando nos quedamos sin comida ni agua”.

“Creíamos que no iba a pasar nada, que era solo una provocación de Putin”, señala para justificar las dudas iniciales de marcharse

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Volvieron a Leópolis, donde les esperaba Tetiana, que había preferido quedarse con su hermana. Al día siguiente la convencieron para un nuevo intento, por la frontera húngara. “Lo más duro fue para mi madre, que no quería dejar sola a mi tía. Incluso ahora la veo triste, pero entendió que ero lo mejor para mí”. El largo viaje siguió por Eslovaquia, Alemania y Francia, con un momento difícil y a la vez esperanzador en Nuremberg.

“Se nos estropeó el coche y parecía que era una avería grave, pero el mecánico se portó muy bien. No nos cobró por el arreglo y, además, nos regaló dos ruedas en buen estado”, explica Kristina, agradecida por las muestras de solidaridad que se encontraron en el camino y desde su llegada a Avilés, el domingo 6 de marzo. Desde entonces, la familia Sotomayor vive provisionalmente en un piso de unos amigos en la calle La Cámara, mientras siguen recibiendo muestras de apoyo.

Kristina pone un ejemplo reciente: “Mi madre llevó a su gato a una clínica veterinaria y la atendieron muy bien pese a que no tenía papeles”. La jugadora de bádminton añade que “toda Europa está ayudando a mi país y tenemos que estar muy agradecidos porque es una oportunidad muy buena para nuestra gente”.

“Esperamos que en un par de meses esté todo solucionado”, señala Kristina, con un optimismo que considera justificado: “Para qué voy a pensar en cosas malas. Nuestro presidente está actuando muy bien, igual que el ejército”. Pero es consciente del sufrimiento de sus compatriotas y, sobre todo, de familiares y amigos: “Tienen miedo cuando suenan las sirenas. En ciudades como Kiev o Jarkov tienen que dormir en sótanos”.

Sobre Putin, tras pensárselo un momento, dice que “no entiendo cómo se puede mentir tanto. Intenta justificarlo hablando de desnacificar Ucrania. Ya está atacando a 20 kilómetros de la frontera de la OTAN y si no se le frena pronto esto puede acabar en la Tercera Guerra Mundial”.

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